El ejército israelí anunció el miércoles el cierre de una investigación interna que estaba llevando a cabo por la muerte de 21 miembros de una misma familia palestina durante los violentos bombardeos que llevó a cabo sobre la Franja de Gaza a principios de 2009, afirmando que no presentaría cargos contra ninguno de los implicados en el ataque, considerado uno de los más graves que tuvo lugar durante la llamada operación Plomo Fundido.

En el comunicado emitido el miércoles las fuerzas armadas israelíes exoneran a sus soldados de cualquier responsabilidad por las muertes, ocurridas durante la gran ofensiva de tres semanas de duración que el ejército hebreo lanzó sobre Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009 en respuesta a los lanzamientos de cohetes por parte de militantes de Hamas. Un total de 1.400 palestinos murieron durante los bombardeos, la mayor parte de ellos civiles, y miles de edificios resultaron dañados o completamente destruidos. Por parte israelí se registraron 13 fallecidos.

El resultado de la investigación ha indignado tanto a las familias palestinas como a grupos israelíes de defensa de los derechos humanos, que consideran que el resultado demuestra que el ejército israelí no es capaz de indagar o castigar las conductas inadecuadas de sus soldados, incluso cuando estas pueden constituir un crimen de guerra contra la población civil.

En su informe, las fuerzas armadas israelíes señalan por contra que su investigación ha "refutado completamente" las alegaciones presentadas acerca de que el suceso constituiría un crimen de guerra, negando que el edificio donde se encontraba refugiada la familia Samouni fuera atacado deliberadamente o que sus soldados actuaran de forma temeraria al bombardearlo. Por contra culpa al grupo palestino Hamas de causar la muerte de civiles durante el conflicto afirmando que éste empleaba escuelas, viviendas y mezquitas como lugar de refugio desde el que atacar a las tropas israelíes.

Los supervivientes de la familia Samouni siempre han mantenido que fueron los propios soldados israelíes quienes les ordenaron que se refugiaran en el edificio, que luego fue bombardeado por el ejército causando la muerte a 21 de sus miembros. Tras la operación un informe de Naciones Unidas acusó incluso a Israel de ataques deliberados contra la población civil en su campaña de bombardeos, una acusación que también lanzó contra Hamas, señalando que ambos bandos habían cometido crímenes de guerra. Hubo también informes y testimonios que señalaban que el ejército israelí habría utilizado fósforo blanco durante los bombardeos, un arma que causa terribles quemaduras y cuyo uso en áreas pobladas está prohibido por las convenciones internacionales.