Un espectacular incendio se declaró en la mañana del martes en un rascacielos de 42 pisos y 152 metros ubicado en el distrito estambulita de Şişli, obligando a la evacuación de cientos de personas y a la intervención de decenas de bomberos apoyados por helicópteros contra incendios.
Las espectaculares imágenes de las llamas y el humo cubriendo parte de la fachada de la Torre Polat, que alberga tanto viviendas como oficinas y negocios, podían observarse desde muchas partes de la ciudad y traían a la mente imágenes como las de la conocida película "El Coloso en Llamas", mientras la televisión mostraba los esfuerzos de los equipos de bomberos por evacuar a los residentes y contener las llamas, que se vieron avivadas por el viento. El fuego obligó a cortar el tráfico en la zona y a evacuar también otros edificios cercanos debido al riesgo de intoxicación por el humo, además de que las llamas corrían peligro de alcanzar una gasolinera cercana.
El incendio se inició minutos antes de las 11:00 de la mañana (hora local), y según informaron diversos medios de comunicación pudo ser controlado aproximadamente una hora después de haberse iniciado. El alcalde del distrito europeo de Şişli, Mustafa Sarıgül, declaró a la prensa que las llamas, aunque espectaculares, sólo habían afectado al aislamiento externo de la fachada, y que el interior del edificio no estaba afectado.
"El sistema de extinción de incendios del edificio se activó automáticamente... Si no, nos habríamos visto ante un gran desastre", dijo Sarıgül a los periodistas, añadiendo que no se habían registrado heridos.
Según declaró posteriormente el gobernador de Estambul, Hüseyin Avni Mutlu, el espectacular incendio se produjo a causa de un fallo en el funcionamiento de uno de los aparatos de aire acondicionado ubicados en la fachada.
En declaraciones recogidas por el diario turco Hürriyet, el propietario del rascacielos, Adnan Polat, confirmó que los sistemas de seguridad del edificio habían funcionado evitando un desastre al evitar que las llamas se propagasen al interior de la construcción, y desconectando automáticamente los ascensores y las tuberías de gas al saltar las alarmas de incendios.
Polat recordó que el rascacielos, en el que viven unas 1.500 personas, está dotado de 36.000 sensores que controlan en todo momento el estado del edificio, y que éste bombeó inmediatamente aire a presión hacia las salidas de incendios para proporcionar aire fresco a las personas que evacuaban el edificio. "Me alegro de haber tenido todos esos sensores, y la mayor recompensa ha sido el hecho de que nadie haya resultado herido", dijo Polat, indicando que todo el mundo, "incluyendo las mascotas", pudo ser evacuado a salvo.
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