Ankara podría adquirir un segundo par de aviones de combate de última generación F-35 como parte de su programa de modernización de sus fuerzas aéreas, después de que a principios de año ordenara un primer par de este caza financiado por un consorcio de nueve países, entre los que se encuentra también Turquía.
La información fue adelantada por una fuente cercana al gobierno citada por la prensa turca, que indicó que el gobierno turco podría recurrir a fondos asignados a su industria de defensa para adquirir estos dos nuevos F-35 Joint Strike Fighter Lightning II, que serían entregados en 2016, un año después de la entrega de los dos primeros. La misma fuente añadió que para posteriores entregas se recurrirá a un fondo especialmente creado para financiar el programa de adquisición de los F-35.
Debido a sus elevados costes de producción, Turquía debía encargar a inicios de este año su primer pedido del F-35 si quería recibirlo en 2015; contrariamente a la cifra esperada de seis, el Comité Ejecutivo de la Industria de la Defensa, reunido el pasado 5 de enero, optó sin embargo por limitar el pedido inicial a sólo dos aparatos, cuyo precio medio ronda los 130 millones de euros por unidad.
Turquía lleva tiempo negociando con Washington la adquisición de varios cazas F-35, un avión de combate de última generación y alta maniobrabilidad con capacidad de despegue vertical, que está siendo construido por un consorcio aliado financiado por nueve países, incluyendo Turquía. Por el momento Ankara sólo se propone adquirir un número limitado de estos cazas como parte de los planes para renovar su flota de F-16, que forman el núcleo central de sus fuerzas aéreas.
La compra inicial de estos F-35 sería en realidad sólo un primer paso hacia nuevas adquisiciones de estos aviones de combate, de los que el Estado turco pretende hacerse con al menos un centenar de unidades por un valor aproximado de 13.000 millones de euros en los próximos años, aunque este número podría llegar hasta los 120 aparatos. La idea es utilizar los primeros cazas para entrenar a los pilotos, e ir adquiriendo más de estos aviones a medida que el F-35 vaya completando su diseño y mejorando su tecnología, ya que aún se encuentra en una fase de pruebas.
Otro de los principales escollos en la adquisición de los F-35 es la cesión por parte de EE.UU. de los códigos del software de navegación del avión, algo a lo que hasta ahora se han mostrado reticentes los norteamericanos ya que daría al caza total libertad de movimientos y la eventual posibilidad de atacar a aviones de países que Washington considera aliados pese a no estar integrados en la OTAN, como Israel.
La Industria Aerospacial Turca (TAI) y otras empresas del país están actualmente implicadas en la producción de varias partes del F-35 con contratos que ronda los 4.000 millones de euros. Además Turquía está inmersa en un proceso de diseño, desarrollo y producción de su propio avión de combate que complementaría las carencias del F-35, unos planes que pretende poner en marcha a partir de 2020.
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