La Asamblea General de la ONU, compuesta por 193 países, aprobó mayoritariamente el jueves una resolución reconociendo el estatus de Palestina como país observador aunque no miembro de la organización, en lo que fue considerado como una gran victoria del presidente palestino Mahmud Abbas y una amplia derrota para Israel y su principal aliado, Estados Unidos.

La votación sobre la histórica resolución salió adelante con los votos a favor de 138 países, 9 en contra y 41 abstenciones, e inmediatamente después se izó en la Asamblea una bandera palestina, en lo que fue considerado como un paso más hacia el pleno reconocimiento de la independencia de un Estado Palestino con las fronteras internacionalmente reconocidas, anteriores a la Guerra de los Seis Días de 1967 y con Jerusalén Oriental como su capital.

La decisión fue sin embargo rápidamente criticada por Israel y su principal aliado, Estados Unidos, cuya embajadora ante la ONU Susan Rice calificó de "desafortunada" la votación y criticó una resolución que a su juicio supondrá un obstáculo hacia la paz entre palestinos e israelíes.

Por su parte el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se refirió al discurso del presidente palestino ante la Asamblea General de Naciones Unidas antes de la votación como "difamatorio y viperino" y "cargado de propaganda falsa" contra Israel.

Netanyahu había amenazado antes de que se produjera la votación en la Asamblea -donde no existe el derecho a veto y por tanto EE.UU. no puede ejercer su poder de bloqueo como ocurre en el Consejo de Seguridad- que una resolución a favor del reconocimiento del Estado palestino no serviría para convertirlo en una realidad política "pese a todas las manos que se levanten contra nosotros".

Israel teme que el nuevo estatus de los palestinos les permita llevar al gobierno israelí ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la Humanidad, especialmente por las dos grandes ofensivas contra Gaza en los últimos 4 años. Abbas sin embargo ya ha anunció que su intención es retomar las negociaciones de paz con Israel, un proceso estancado desde 2010 y que se prevé casi imposible dado que los israelíes se niegan a detener su política de ampliación de asentamiento de colonos judíos en Cisjordania, que los palestinos considera imposibilita la viabilidad de un estado propio.