El inicio del mes sagrado del Ramadán, que en Turquía comenzó el martes y según la costumbre obliga a los fieles musulmanes a ayunar entre la salida y la puesta del Sol, estuvo marcado nuevamente por las diferencias –aún irreconciliables- entre las autoridades municipales de Estambul y los activistas que durante semanas han protestado contra el gobierno por los planes para remodelar la Plaza Taksim y el Gezi Park de la ciudad.
Como suele ser habitual, el ayuntamiento del distrito estambulita de Beyoğlu –donde se ubica Taksim- organizó para la noche del martes con motivo de la cena de ruptura del ayuno o “iftar” una comida en común en el lugar con mesas y actuaciones musicales.
Sin embargo, en esta ocasión y dada la polémica aún candente sobre esta cuestión, al contrario que en años anteriores el evento no se organizó con una serie de tiendas en el Gezi Park; por el contrario y para evitar suspicacias, el ayuntamiento del distrito dispuso una cena con mesas al aire libre en la Plaza Taksim, donde se realizaron preparativos para unos 1.500 comensales.
Alternativamente y quizás en respuesta a este cambio de planes, cientos de activistas se congregaron en la vecina Avenida İstiklal para organizar su propio “iftar” comunitario; el evento en esta ocasión estuvo organizado por el grupo llamado “Musulmanes Anti-Capitalistas”, que ha participado activamente desde el inicio en las protestas por el Gezi Park y que ya el pasado junio organizó junto con los activistas acampados entonces en el parque una oración comunitaria con motivo de otra festividad religiosa.
Para la cena de ruptura del ayuno, los activistas dispusieron una mesa en el suelo que se prolongó desde el Instituto Galatasaray recorriendo cientos de metros a lo largo de la Avenida İstiklal. Al acto asistieron cientos de personas, vigiladas de cerca por vehículos de la policía en previsión de que pudieran tener lugar incidentes que finalmente no se produjeron.
Tras la cena, cientos de personas recorrieron İstiklal en dirección al Gezi Park y corearon eslóganes a la entrada de la Plaza Taksim, antes de que muchos de ellos entraran por último en el parque, que fue reabierto el lunes al público tras una tensa jornada de protestas y después de permanecer más de tres semanas acordonado, sometido a trabajos de limpieza y restauración.
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