El recién elegido presidente iraní, el moderado Hasan Rouhani, afirmó el miércoles durante una entrevista concedida en Teherán a un canal estadounidense que su país “no ha buscado ni buscará construir una bomba atómica”, tal y como sospecha Washington y países como Israel, cuyo gobierno cree que Irán está a sólo unos pocos meses de poder obtener un arma atómica.
En declaraciones realizadas al canal NBC News desde la capital iraní, Rouhani –que en pocos días comparecerá por primera vez como presidente de Irán ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York- quiso disipar los temores de las potencias occidentales referentes al controvertido programa nuclear que sigue su país, al tiempo que mostró un tono más conciliador con EE.UU. que el acostumbrado por su predecesor en el cargo, Mahmud Ahmadineyad.
“Nosotros nunca hemos perseguido o buscado una bomba nuclear, y no vamos a hacerlo”, aseguró el presidente iraní. “Hemos dicho una y otra vez que bajo ninguna circunstancia buscaríamos (construir) ningún tipo de arma de destrucción masiva, incluyendo armas nucleares, ni lo haremos nunca”.
Rouhani quiso también aclarar que pese a que el Ayatolá Alí Jamenei es el líder supremo de la República Islámica de Irán y mantiene el control sobre muchos aspectos del Estado, el gobierno que preside tiene capacidad de toma de decisiones y de negociación con respecto al programa nuclear del país. “Sobre su programa nuclear, éste gobierno tiene plenos poderes y una completa autoridad. Tenemos suficiente libertad política para resolver este problema”, subrayó el mandatario iraní.
El pasado 15 de junio el clérigo iraní Hasan Rouhani, de 64 años de edad, era elegido por más del 50% de los votos como nuevo presidente del país en unas elecciones que fueron consideradas como un varapalo a la línea más dura y conservadora del régimen.
Partidario de la moderación y del diálogo, Rouhani promulgó durante su campaña electoral una política más pragmática que la de su predecesor, buscando la conciliación y el acercamiento a Occidente para poner fin a las sanciones económicas que pesan sobre Irán y que han ahogado la economía nacional, reduciendo a más de la mitad sus vitales exportaciones petrolíferas, disparando los precios y hundiendo el poder adquisitivo de los iraníes.
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