Las orillas asiática y europea de Estambul quedaron oficialmente conectadas por primera vez bajo el agua el martes con la inauguración, coincidiendo con el 90º aniversario de la fundación de la República Turca, del proyecto Marmaray, un túnel que atraviesa el Estrecho del Bósforo que divide en dos esta metrópolis turca de 15 millones de habitantes.
La inauguración de este proyecto marca un hito al cumplir un sueño imaginado por el sultán otomano Abdülmecid I hace más de 150 años, y que décadas más tarde su sucesor Abdülhamid II trató de llevar a cabo cuando en 1891 presentó la idea ante arquitectos franceses, británicos y estadounidenses. Problemas tecnológicos pero también financieros impidieron que aquella idea de conectar Europa y Asia bajo el agua se llevara a la práctica, y no fue hasta un siglo más tarde -en los años 90- cuando el proyecto se retomó y se comenzaron los primeros estudios para su realización.
El tramo inaugurado el martes consta de sólo 13,6 kilómetros de los 76,3 que tendrá en total el proyecto una vez completado en su totalidad; hasta entonces, el Marmaray conectará como una especie de metro subacuático las estaciones de Ayrılıkçeşme (Asia) y Kazlıçeşme (Europa) de Estambul, por un precio del billete de sólo 1,95 liras (unos 70 céntimos de euro). Situado a lo largo de 1,4 kilómetros a 62 metros bajo las aguas del Estrecho del Bósforo, el túnel de doble sentido es el más profundo de su clase de todo el mundo, además del único que conecta dos continentes.
Cuando esté terminado en su totalidad tendrá tres estaciones subterráneas en los distritos de Yenikapı, Sirkeci y Üsküdar, y 36 en tierra firme. Se espera que el Marmaray contribuya a disminuir la congestión de tráfico en Estambul gracias a que será posible viajar entre el lado asiático y europeo de Estambul en sólo cuatro minutos, transportando 75.000 pasajeros cada hora y alrededor de un millón al día.
La línea del Marmaray conectará además con las estaciones de tren de Sirkeci (Europa) y Haydarpaşa (Asia), proporcionando la posibilidad de recorrer por ferrocarril sin apearse del tren una ruta que unirá China con las principales ciudades europeas, en lo que ya se ha bautizado como la moderna réplica de la antigua Ruta de la Seda.
Su finalización estaba prevista en principio para 2009, pero las profundas excavaciones necesarias para las obras desenterraron hallazgos arqueológicos sorprendentes que revolucionaron la historia de Estambul y remontaron sus orígenes en el tiempo más de 2.000 años atrás, hasta el 8.500 antes de Cristo, lo que retrasó el proyecto casi cuatro años hasta que los restos fueron investigados y desenterrados en su totalidad.
El consorcio turco-japonés TGN (formado por las empresas turcas Nurol y Gama, y la japonesa Tansei) ha sido el encargado de llevar a la práctica este antiguo sueño otomano, y Japón ha estado desde el principio muy implicado en el proyecto, como lo demuestra el hecho de que gran parte de la financiación de la obra, con un coste final estimado en 3.400 millones de euros, haya sido proporcionada por el Banco Japonés para la Cooperación Internacional (JBIC).
El propio primer ministro nipón Shinzo Abe, presente desde el lunes en Estambul para asistir a la ceremonia inaugural del martes, consideró la inauguración del Marmaray todo un símbolo de la "eterna amistad" que une a ambos países desde el siglo XIX. "Este proyecto se ha completado gracias a la cooperación de la alta tecnología japonesa y la experimentada mano de obra turca", dijo Abe en declaraciones al diario turco Hürriyet. Prueba también de las perspectivas y posibilidades que un proyecto de esta envergadura ha despertado es la asistencia al acto inaugural del martes de numerosos ministros de comercio y transporte de países vecinos a Turquía, especialmente de la región del Cáucaso y el sureste de Europa.
En declaraciones a los medios hechas el lunes por el ministro de transportes turco Binali Yıldırım, éste quiso responder a las críticas de quienes acusan al gobierno de haber apresurado las obras para inaugurar el primer tramo coincidiendo con el 90º aniversario de la proclamación de la República, y haber descuidado las medidas de seguridad. Según aseguró Yıldırım, el diseño del túnel Marmaray le permitirá resistir un seísmo de hasta 9 grados de magnitud, convirtiéndolo en "el lugar más seguro de Estambul" en caso de un terremoto.
El ministro añadió que con su capacidad para transportar hasta millón y medio de pasajeros al día, se espera que el Marmaray alivie hasta un 20% la congestión del tráfico en Estambul, recordando además que otro tramo subacuático sólo para coches entrará en servicio en 2015 coincidiendo con la finalización de las obras del tercer puente sobre el Bósforo, lo que aumentará hasta cinco las conexiones entre la orilla y asiática de Estambul, frente a las dos actuales. "Este proyecto conecta Asia y Europa, para restaurar la antaño importante Ruta de la Seda", dijo Yıldırım durante una conferencia ofrecida el lunes.
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