Los talibanes anunciaron el sábado que mantendrán una tregua de un mes de duración en Pakistán como parte de las delicadas negociaciones de paz con el gobierno de Islamabad, que se han visto seriamente entorpecidas por los continuos ataques contra las fuerzas de seguridad paquistaníes.
La noticia, que fue confirmada por un portavoz de los talibanes en el país, se produce después de que el gobierno del primer ministro Nawaz Sharif diera garantías a los insurgentes de que no emprenderá nuevas acciones militares contra ellos, precisamente cuando en las últimas semanas cazas y helicópteros del ejército han estado atacando sus principales bastiones en el noroeste de Pakistán.
Anteriores intentos por poner fin a unos enfrentamientos que han causado decenas de miles de muertos han fracasado por acusaciones mutuas de ataques y represalias. El ejecutivo de Sharif quiere buscar una salida pactada al conflicto antes que una solución militar; una opción que sin embargo se topó nuevamente el sábado con más dificultades, después de que dos bombas explotaran al noroeste del país matando a once personas.
Los ataques, dirigidos contra guardias tribales que custodiaban a trabajadores sanitarios encargados de la campaña de vacunación contra la poliomielitis, no son los primeros de este tipo contra equipos de vacunación y sus guardaespaldas que intentan erradicar esta enfermedad de Pakistán, uno de los pocos países del mundo donde aún persiste la polio a causa de la dificultad del acceso a la sanidad para la población, especialmente en las regiones más aisladas y empobrecidas.
Nadie reivindicó los atentados, pero todo apunta a que han sido obra de facciones talibanes, que han llevado a cabo ataques similares anteriormente y acusan a estas campañas de vacunación de tener fines de espionaje y de provocar esterilidad en los niños. En cualquier caso esta acción pone de manifiesto la fragilidad de que las distintas facciones y grupos talibanes cumplan con la tregua anunciada el sábado.
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