Entre acusaciones de fraude y de actos de intimidación, a última hora del domingo se daban a conocer los resultados del referéndum convocado en la región autónoma ucraniana de Crimea y que era considerado ilegal por las autoridades de Kiev, que el sábado disolvieron el parlamento local.
De acuerdo a estos resultados, con una participación que según el gobierno autónomo crimeano rondó casi el 83%, un 95,5% de los votantes se decantaron por la opción de que esta estratégica península del Mar Negro se integre en la Federación Rusa, frente a sólo un 3% que habría elegido la segunda propuesta -una mayor autonomía dentro de Ucrania- y un 1% de abstenciones.
"El Soviet Supremo de Crimea enviará una petición oficial para que la República (de Crimea) se una a la Federación Rusa en una reunión (a celebrar) el 17 de marzo", anunciaba a través de su cuenta en Twitter el líder nacionalista ruso de Crimea Sergey Aksyonov, considerado el primer ministro "de facto" de esta región independentista.
Los resultados de la votación, que fueron recibidos entre gritos y vítores por una multitud pro-rusa reunida en la Plaza de Lenin de Simferópol, se han visto sin embargo ensombrecidos por las acusaciones de fraude de la minoría ucraniana de Crimea así como por el boicot de la minoría tártara, un pueblo túrquico que profesa la fe musulmana y constituye en torno a un 12-15% de la población de la península.
Buena parte de la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea, han rechazado también la legitimidad de la consulta y presionan a Rusia para que no se anexione la región. Turquía, preocupada por los derechos de la minoría tártara y su futuro en una Crimea integrada en Rusia, es uno de los países que insiste en defender la integridad territorial de Ucrania -aunque sin aislar a Rusia- y aboga por intensificar los esfuerzos de mediación entre Kiev y Moscú para evitar una escalada de un conflicto que podría desestabilizar toda la cuenca del Mar Negro.
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