El fuerte seísmo que se dejó sentir en Chile a última hora de la tarde del martes, de magnitud 8,2 en la escala Richter, desató una alerta por tsunami que obligó a evacuar toda la costa del país, a la que acabaron llegando olas de unos dos metros de altura.

Pese a la intensidad del temblor, que duró unos dos minutos, sólo hubo que lamentar 6 víctimas mortales, algunas de ellas por ataques al corazón. El Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) informó que el terremoto se había producido a unos 12,5 kilómetros bajo el fondo del mar y a unos 100 kilómetros al noroeste de la ciudad portuaria chilena de Iquique, cerca de la frontera con Perú. Precisamente el domingo otro seísmo de 6 grados ya había sacudido el norte de Chile, aunque en esta ocasión sin causar víctimas ni daños de consideración.

Tanto las autoridades de Chile como las de Ecuador y Perú emitieron alertas por tsunami y ordenaron a su población moverse a zonas elevadas. Las réplicas del seísmo principal, de hasta 6,2 grados de intensidad, se dejaron sentir también en Bolivia. Los temblores sembraron el pánico entre muchos habitantes de las zonas costeras, y más de 900.000 personas fueron evacuadas a lo largo de la costa chilena, provocando intensos atascos en la circulación aunque sin que se reportaran cortes en el suministro de agua o en las líneas telefónicas. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió una alerta de tsunami también para Colombia y Panamá, así como avisos de "vigilancia" para otros seis países.

Chile es uno de los países sísmicamente más activos del mundo, y en febrero de 2010 ya sufrió otro seísmo de 8,8 grados que causó un devastador tsunami que arrasó varias poblaciones costeras del centro y sur de la nación, causando más de medio millar de muertos y unos 30.000 millones de dólares en daños materiales.