El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, afirmó el martes que su gobierno iniciará acciones legales para la extradición a Turquía del líder religioso Fethullah Gülen, acusado de organizar un grupo cuyos miembros se han infiltrado en las instituciones de Turquía para crear un "Estado paralelo", y que vive en un auto-exilio en el Estado norteamericano de Pensilvania.
Así lo confirmaba Erdoğan, después de que el día anterior se refiriera ampliamente a esta cuestión durante una entrevista -la primera concedida a un medio extranjero desde su victoria en las elecciones del 30 de marzo- con la cadena estadounidense PBS, en la que manifestó "confiar" en que Washington acceda a la extradición de Gülen.
"Después de convertirme en primer ministro, no tuve ninguna reunión (con Gülen) aparte de unas pocas conversaciones telefónicas. Solía tener reuniones con él cuando era el alcalde de Estambul. Durante mi mandato como primer ministro, tuvimos buenas relaciones con este grupo durante las dos primeras legislaturas", reconoció Erdoğan al entrevistador, Charlie Rose.
"Pero el verdadero problema comenzó después de 2011, tras el referéndum para las reformas constitucionales (de septiembre de 2010). Entonces, hubo un intento (por parte de los gülenistas) para acaparar parte del poder. Estos esfuerzos implicaron a la policía, las fuerzas de seguridad y el poder judicial, y mi percepción ahora, en retrospectiva, es que los esfuerzos se dirigieron a consolidar este poder en las fuerzas de seguridad y la judicatura", explicó el primer ministro turco.
"Nosotros éramos conscientes de que ellos intentaban infiltrarse en varios organismos", respondió Erdoğan preguntado por el entrevistador sobre qué había ocurrido para que los gülenistas pudieran infiltrarse en las estructuras del Estado hasta el punto de constituir un "Estado paralelo". "Pero nosotros no éramos conscientes de sus intenciones últimas y perversas. Y nosotros vimos, nos dimos cuenta de esto pasado un tiempo, y comenzamos a tomar medidas".
Según el mandatario turco, el "primer paso" tomado por los seguidores de Gülen -que se denominan a sí mismos como "Hizmet" ("Servicio") aunque en Turquía se les conoce popularmente como la "Cemaat" ("Comunidad")- para atacar al gobierno se dirigió contra el vicesecretariado de la Organización Nacional de Inteligencia (MİT) a raíz de unas reuniones con representantes del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) celebradas en Oslo. Finalmente las acusaciones de corrupción iniciadas contra el ejecutivo el 17 y el 26 de diciembre del año pasado por miembros de la judicatura vinculados a Gülen marcaron el punto, a juicio de Erdoğan, en el que los esfuerzos de los gülenistas por acaparar el poder y controlar las instituciones del Estado se convirtieron en "casi un golpe de Estado, un golpe civil".
"Si yo hubiera permanecido callado, las cosas habrían transcurrido de forma muy diferente", aseguró el líder del partido gobernante AKP, describiendo cómo miembros de la "Cemaat" infiltrados en la policía y la judicatura llegaron incluso a poner micrófonos y espiar en su propia oficina.
Erdoğan se refirió a una posible extradición de Gülen -que reside en un amplio complejo residencial en Pensilvania- a Turquía subrayando que confiaba en que Estados Unidos colaboraría con las autoridades turcas como su principal socio y aliado estratégico. "Al menos deberían deportarlo", agregó el primer ministro turco, asegurando que Ankara no dudaría en extraditar a cualquier persona que residiese en Turquía y pusiese en riesgo la seguridad de EE.UU.
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