En el primer patio del Palacio de Topkapı y a escasos metros de la archiconocida Santa Sofía, se yergue orgulloso un edificio de tonos marrones y de un característico estilo bizantino. La estructura pasa desapercibida para gran parte de la multitud que, tras haber visitado Santa Sofía, se dirige al complejo palaciego otomano. Lógicamente, Hagia Sofía y Topkapı deben de ser las prioridades de todo turista que quiera conocer las maravillas de los imperios bizantino y otomano respectivamente, pero si uno dispone de un cuarto de hora, o si quiere refugiarse del sol que en verano fustiga Estambul, merece la pena desviarse mínimamente para adentrarse en el templo dedicado a la Divina Paz.
No es de extrañar que uno se encuentre allí solo, o apenas acompañado por algún que otro viajero curioso. Santa Irene se encontraba cerrada al público hasta hace poco y la mayoría de las guías de viajes aún no han sido actualizadas, así que hay que aprovechar la oportunidad de conocer la iglesia antes de que corra la voz. Anteriormente, el templo solamente estaba abierto para conciertos de música clásica y grupos que debían pedir un permiso especial a las autoridades competentes. Ahora, previo pago de 20 liras turcas, cualquiera puede adentrarse en un pedazo de la historia de Bizancio.
En la actualidad, solamente se tiene acceso a la planta baja del edificio, una pena que de momento el acceso a la galería esté restringido. El visitante no debe esperar la magnificencia de Santa Sofía o el refinado arte de San Salvador en Chora. El valor de Santa Irene reposa en su historia, la sobriedad de su estructura y la importancia que tuvo durante siglos. La que fuera la seda del Patriarcado de Constantinopla hasta la construcción de Santa Sofía, recibe al visitante destilando austeridad por sus fríos muros de piedra. No quedan apenas restos de la decoración del templo, algo que no es de sorprender si tenemos en cuenta la azarosa vida del edificio. La extrema desnudez del lugar hace que la luz que se filtra por las estrechas ventanas realce los tonos cálidos del ladrillo. Aun así, una inmensa cruz de contornos negros en la semicúpula del ábside recuerda que éste fue uno de los centros de la Cristiandad.
Mandada construir por Constantino el Grande sobre los restos de un templo dedicado a la diosa romana Venus, Santa Irene es considerada como la primera iglesia construida en Constantinopla. El edifico fue, como ya hemos mencionado, la sede del Patriarcado de Constantinopla hasta la construcción de la primera Santa Sofía en 360. Tanto Santa Irene como su vecina fueron incendiadas durante la famosa sublevación de Nika en el año 532, por lo que tuvieron que ser reconstruidas durante el reinado de Justiniano y su esposa Teodora, periodo del que data la Santa Sofía que conocemos hoy en día. Poco después, en 564 Santa Irene volvió a arder y fue edificada de nuevo. Menos de dos siglos más tarde, en el 740, una serie de terremotos dañaron de nuevo el templo, que tuvo que ser restaurado. La reconstrucción durante este periodo, en pleno siglo VIII y dentro de la vorágine de la iconoclasia, dejó su huella más visible en la gran cruz negra de la semicúpula.
Una de las características que hacen única a Santa Irene en comparación con el resto de las iglesias bizantinas de la ciudad es el hecho de que, tras la conquista de Constantinopla por parte de los otomanos, nunca fue convertida en mezquita. La construcción del muro del Palacio de Topkapı la aisló de Santa Sofía y la incluyó dentro del complejo palaciego. El templo, desprovisto ya de su función eclesiástica, fue usado como armería por las tropas del sultán desde el siglo XV hasta que en el siglo XIX un mariscal otomano lo convirtió en un museo de antigüedades militares. En los últimos años del imperio osmanlí, en 1908, se transformó en un museo militar, función que desarrolló hasta que en 1978 fue entregado al Ministerio de Cultura y Turismo. Desde entonces, ha servido principalmente como sala de conciertos para recitales de música clásica, que se han beneficiado de su envidiable acústica centenaria.
Dirección: patio del Palacio de Topkapı
Horario: todos los días excepto martes de 9:00 a 17:00
Precio: 20 TL
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