El todavía presidente turco Abdullah Gül –que dejará su cargo tras las elecciones presidenciales del próximo mes- y el líder de la Región Autónoma Kurda del norte de Irak (KRG, por sus siglas en inglés), Masud Barzani, se reunieron el lunes en Ankara para tratar varios temas candentes a la luz de los últimos acontecimientos en el país vecino, que han llevado al gobierno kurdo de Arbil a una grave crisis financiera.
Barzani se reunió en la capital turca además de con Gül con el primer ministro Recep Tayyip Erdoğan y con el ministro de exteriores Ahmet Davutoğlu, con el objetivo de buscar apoyos para combatir el avance de las milicias del Estado Islámico por el norte de Irak así como para hallar una solución para los problemas económicos que atraviesa la KRG, que aún no ha podido recibir los fondos procedentes de la venta de su petróleo a través del puerto turco de Ceyhan, y que lleva meses sin recibir fondos del gobierno de Bagdad para pagar a sus funcionarios.
Turquía y los kurdos de Irak llevan meses tratando de encontrar una solución a los problemas financieros de Arbil, que se han acentuado especialmente a raíz de la ofensiva islamista en el norte de Irak. Ankara ha estado proporcionando ayuda financiera al Kurdistán iraquí al menos desde febrero, y recientemente el primer ministro de la KRG, Nechirvan Barzani, viajaba a la capital turca y pedía aumentar las ventas de crudo para tratar de paliar la carestía de combustible, a raíz de que el Estado Islámico se hiciera con el control de varias refinerías; el gobierno turco es reacio a aumentar las ventas del petróleo procedente del Kurdistán iraquí sin un acuerdo previo entre Arbil y Bagdad, por lo que ha respondido incrementando sus exportaciones de combustible a los kurdos en unas 4.000 toneladas.
La crisis política en Irak y la incapacidad de las principales facciones del país para formar un nuevo gobierno ha sido otro de los temas a tratar en las reuniones que el líder kurdo a mantenido en Ankara; pese al avance de las milicias yihadistas hacia Bagdad, la perspectiva de un gobierno de unidad para hacer frente a la amenaza del Estado Islámico parece cada vez más lejana dadas las diferencias irreconciliables entre sunníes, chiíes y kurdos; éstos además han boicoteado su participación en el gobierno iraquí después de que el primer ministro Nuri al-Maliki los haya acusado de apoyar a los combatientes islamistas en el norte.
Barzani anunciaba recientemente su intención de celebrar una consulta sobre el futuro de la ciudad petrolífera de Kirkuk, controlada actualmente por sus fuerzas peshmerga que han frenado el avance del Estado Islámico por la región, arrebatando así al control de Bagdad la que los kurdos consideran su capital histórica; pero el presidente de la KRG ha iniciado además planes para celebrar en cuestión de meses un referéndum vinculante sobre la independencia del Kurdistán iraquí, una posibilidad a la que se oponen tanto Bagdad como Washington pero que en Ankara –pese a que Turquía oficialmente sigue defendiendo la integridad territorial de Irak- comienza a aceptarse como una perspectiva inevitable dado el futuro que afronta Irak.
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