Los escoceses escogieron mayoritariamente en el referéndum celebrado el jueves decir “No” a la independencia de su país del Reino Unido, en una consulta histórica en la que Escocia amenazaba con abandonar la Unión a la que ha pertenecido durante más de 300 años.
Pese al auge de los partidarios de la separación en las encuestas durante las últimas semanas, finalmente el “No Thanks” que defendían quienes apostaban por seguir vinculados a Londres obtuvo el 55,3% de los votos frente a un 44,7% que respaldaron el “Sí” a la independencia, con una participación que rondó el 86% -algo nunca visto en el Reino Unido- y que provocó largas colas en muchos centros de votación.
El primer ministro escocés, el independentista Alex Salmond, reconoció la derrota electoral y pidió a todos sus seguidores que “acepten el veredicto democrático del pueblo de Escocia”, añadiendo que el país había decidido “en esta etapa” no convertirse en un Estado independiente, aunque dejando abierta la puerta no obstante a otro futuro plebiscito y subrayando el hecho de que 1,6 millones de escoceses hubiesen respaldado la opción independentista, algo impensable meses atrás.
En muchos lugares de Escocia los partidarios de mantenerse en el Reino Unido salieron a las calles a festejar la victoria, mientras que muchos pro-indepentistas se mostraban abatidos y con lágrimas en los ojos, incrédulos ante un referéndum que muchos creían ganado a juzgar por el ambiente que se respiraba en los días previos en ciudades como Glasgow, la mayor del país y la tercera más grande de Gran Bretaña.
Y es que de hecho si algo han dejado claro estos comicios es que la opción independentista se ha impuesto principalmente –aunque con excepciones como la capital, Edimburgo- en las zonas urbanas, mientras que el “No” a la separación ha triunfado en las zonas rurales y menos pobladas, como las mesetas meridionales o Southern Uplands, o las Highlands (las regiones más septentrionales de Escocia).
En Glasgow un 53% votó a favor de la independencia, y similares resultados se obtuvieron en regiones adyacentes como North Lanarkshire o West Dunbartonshire; pero fueron la excepción en una Escocia donde el “No” se impuso en las 29 divisiones administrativas restantes, incluyendo Edimburgo, donde la opción unionista obtuvo el 60%.
Uno de los más aliviados por este resultado es el primer ministro británico David Cameron, cuyo futuro político se hubiera visto muy comprometido en caso de tener que afrontar una división del Reino Unido. “Ahora el debate (sobre la independencia) ha quedado decidido durante una generación. No puede haber disputas, ni repeticiones”, dijo Cameron en una comparecencia televisada desde Downing Street tras conocer los resultados.
Ahora el premier británico se enfrenta no obstante a la dificultad de cumplir con las promesas políticas hechas a los escoceses durante la campaña electoral, a los que había prometido un mayor grado de autonomía si optaban por quedarse en el Reino Unido. Cameron no obstante dejó caer la posibilidad de que ese aumento del auto-gobierno fuese no sólo para Escocia, sino para los otros países que constituyen la Unión: Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte.
“Al igual que Escocia votará por separado en el Parlamento Escocés sobre sus asuntos en impuestos, gastos y bienestar, también Inglaterra, además de Gales e Irlanda del Norte, deberían poder votar sobre estos temas”, afirmó Cameron.
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