El presidente ruso Vladimir Putin anunciaba el jueves un principio de acuerdo para declarar un alto al fuego en Ucrania que entraría en vigor en la medianoche del próximo sábado, tras unas difíciles y maratonianas negociaciones que se prolongaron durante 17 horas en la capital de Bielorrusia.
El acuerdo habría llegado tras la tensa reunión que mantuvo en Minsk el propio Putin junto con su homólogo ucraniano Petro Poroshenko y bajo la mediación de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande, y que contó también con la presencia del anfitrión Aleksandr Lukashenko así como de representantes de los rebeldes separatistas de la región del Dombás, al este de Ucrania.
“No ha sido la mejor noche de mi vida, pero esta mañana creo que será mejor”, declaraba Putin a los periodistas que le esperaban a la salida de la reunión, donde anunció en primer lugar el alto al fuego a partir de la medianoche del sábado. “El segundo punto es la retirada del armamento pesado de la línea del frente con las tropas ucranianas y el establecimiento de la zona neutral fijada en septiembre del año pasado”, explicó el presidente ruso, añadiendo que todos los rehenes deberán ser liberados en un plazo máximo de 19 días desde el alto al fuego y que las armas pesadas serán retiradas más allá a lo largo de una franja de separación de 50 kilómetros entre ambos bandos.
El mandatario ruso se mostró satisfecho por el pacto alcanzado aunque insistió en la necesidad de implementar una “reforma constitucional” en Ucrania que “tenga en cuenta los derechos legítimos de los habitantes que viven en la región de Dombás”, que abarca las provincias ucranianas separatistas de Donetsk Y Lugansk, cuya población es mayoritariamente de etnia rusa. Los representantes de las fuerzas rebeles que combaten al ejército regular ucraniano firmaron también el acuerdo.
Las negociaciones en Minsk se iniciaron el miércoles por la tarde y se prolongaron durante toda la madrugada. Tras su conclusión, el presidente galo se mostraba contento por su parte por haber logrado una solución política que “le da un respiro a Europa y una esperanza a Ucrania”, y se comprometió junto con Merkel a verificar la implementación del proceso pese a reconocer que aún quedan “cuestiones sin resolver”.
Más comedido se mostró la cancillería germana, desde donde consideraron que la solución alcanzada está lejos de ser definitiva y representa únicamente un paso en la buena dirección, pese a lo cual se subrayó que supone un freno a la escalada de confrontación bélica en un conflicto que ha dejado ya 5.300 muertos y cientos de miles de desplazados de sus hogares. Según publicaron algunos medios la propia Angela Merkel habría destacado el papel jugado tanto por Poroshenko –que hizo todo lo posible para frenar el derramamiento de sangre- como por Putin, quien habría presionado a los rebeldes para aceptar la tregua.
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