El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía anunció la retirada del embajador de la República Turca en Brasil, Hüseyin Diriöz, después de que el senado federal brasileño aprobase la semana pasada una resolución calificando las muertes de armenios en 1915 como un “genocidio”.
La resolución, aprobada en la cámara el 2 de junio, acusa a Turquía de negar “sistemáticamente” el genocidio armenio y expresa su "solidaridad con el pueblo armenio durante el transcurso del centenario de la campaña de exterminio de su población", al tiempo que hace mención de iniciativas similares aprobadas en otros parlamentos tanto de América Latina como de Europa, además de por el Vaticano.
La moción, que no obstante no es vinculante para el gobierno de Brasil –donde vive una nutrida comunidad de unos 100.000 armenios, principalmente en Sao Paulo-, fue condenada por Ankara en un comunicado difundido a última hora del lunes, en el que acusó al legislativo brasileño de distorsionar los hechos históricos y ceder a los grupos de presión armenios.
“La decisión del senado (de Brasil) sobre los acontecimientos de 1915 distorsiona las realidades históricas y contradice la ley, y (por tanto) la consideramos un ejemplo de irresponsabilidad. Las decisiones políticas de esta naturaleza, tomadas bajo la influencia de lobbies armenios, no pueden ni cambiar los hechos históricos ni las normas legales (internacionales)”, señalaba el comunicado.
A raíz de la decisión, el ministerio de exteriores turco convocó a su sede el embajador de Brasil en Ankara, Marcelo Jardim, para expresarle el malestar y la posición del gobierno turco sobre la cuestión; al mismo tiempo y como gesto de protesta, el embajador turco en Brasilia, Hüseyin Diriöz, fue llamado a consultas y regresó a la capital turca, según informaron medios turcos citando fuentes oficiales.
Actualmente hay 22 países del mundo que oficialmente reconocen el genocidio armenio. Turquía no niega que cientos de miles de armenios murieran en aquella época, pero frente al millón y medio de víctimas que defiende la diáspora armenia, rebaja su número a unos 300.000, al tiempo que asegura poseer documentos que demuestran que al menos un número igual o mayor de turcos murieron a manos de los nacionalistas armenios en aquellos turbulentos años, en plena Guerra Mundial.
Ankara niega así mismo que aquellas muertes fuesen producto de un plan de exterminio premeditado –algo que conlleva la denominación de “genocidio”- y considera que deberían ser historiadores y no políticos quienes aclaren la cuestión, habiendo propuesto repetidas veces crear una comisión histórica internacional e imparcial que examine todos los documentos, y cuya decisión sería acatada por Turquía y Armenia, país que hasta la fecha se ha negado a aceptar la idea.
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