El oficial de policía turco que disparó el pasado 19 de junio con su pistola contra un perro en la provincia de İzmir, en la costa turca del Egeo, podría ser despedido si siguen adelante las dos investigaciones abiertas tras el incidente, cuya difusión en medios de comunicación y redes sociales despertó una ola de indignación.
El propio gobernador de la provincia, Mustafa Toprak, habría pedido el despido del funcionario –identificado por las siglas M.A.- por abrir fuego con su arma reglamentaria contra el perro, que no obstante se recupera satisfactoriamente de la herida de bala que recibió en una pata en un centro veterinario.
“Deberían tomarse acciones punitivas inmediatas contra el vice comisario de policía que disparó al perro sin piedad. La bala que disparó contra el perro fue disparada contra toda nuestra sociedad. Ese acto está sujeto a uno de los mayores castigos en el Código Disciplinario de Seguridad. Es una acción que lleva al despido”, aseguró Toprak en declaraciones a la prensa.
Las asociaciones locales de defensa de los derechos de los animales ya han advertido que estarán atentas a las conclusiones de las dos investigaciones –una legal y otra administrativa- abiertas contra el policía por parte de la oficina del fiscal del Estado, y que incluyen la acusación de “poner en riesgo la seguridad pública”. Se da la circunstancia añadida de que si bien el perro era callejero, durante tres años había estado al cuidado de los propios policías de la comisaría donde recibió el disparo, donde había sido apodado como “Kurt Efe”.
Según informó la prensa turca M.A., cuya pistola ha sido confiscada, había comenzado a trabajar en la comisaría del distrito periférico de Çiğli sólo unos días antes del incidente. Según la versión del policía autor del disparo, éste apuntó su arma reglamentaria para comprobar si estaba bien calibrada pero no vio a Kurt Efe entrar en el recinto de la comisaría.
Este testimonio, prestado ante la fiscalía, se contradice sin embargo con las imágenes captadas por las cámaras de seguridad de la propia comisaría; en ellas se aprecia cómo el policía increpa primero al perro –aparentemente para que se vaya- hasta que finalmente entra en su vehículo y saca su arma, con la que apunta y finalmente dispara desde unos dos metros de distancia contra el animal, que se aleja cojeando y quejándose del lugar.
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