Un tribunal libio sentenció el martes al segundo hijo y heredero del fallecido dictador Muammar Gaddafi, Saif al-Islam Gaddafi, a la pena de muerte por fusilamiento por “crímenes genocidas” cometidos durante el gobierno de su padre, del que Al-Islam se convirtió en portavoz y cara más visible antes de su derrocamiento.

Junto con Al-Islam fueron condenados a morir ante un pelotón de fusilamiento el ex jefe de los servicios de inteligencia, Abdullah Senussi, y el ex primer ministro Baghdadi al-Mahmudi, acusados todos ellos de incitar al asesinato de manifestantes pacíficos, reclutamiento de mercenarios, y armar milicias con el objetivo de derrocar las revueltas populares que terminarían con el derrocamiento y muerte de Gadafi en 2011.

El veredicto contra Al-Islam –que aún puede ser apelado- fue emitido “in absentia”, dado que el hijo del ex dictador permanece en la prisión de Hadaba, en la ciudad de Zintan (a unos 100 km al suroeste de Trípoli), desde que fuera capturado a finales de 2011 tratando de huir del país.

El hijo de Gadafi, juzgado también en Libia por cargos de corrupción, abuso de poder y crímenes de guerra, estaba acusado también de crímenes contra la Humanidad por el Tribunal Internacional de la Haya.