Poco podía imaginar Mehmet Çıplak, un sargento de primera de la comandancia de la Gendarmería destinado en la turística localidad de Bodrum, en la costa turca del Egeo, que cuando se levantó el miércoles para acudir a su turno de trabajo se convertiría en uno de los protagonistas –para su desgracia- de una imagen que ha dado la vuelta al mundo y despertado la conciencia especialmente en Europa del sufrimiento diario de los refugiados que huyen de la guerra en Siria.
Ese día Çıplak fue enviado en torno a las 5:00 de la madrugada a la playa de Akyarlar tras recibir una llamada de emergencia de testigos que habían observado una embarcación hundiéndose frente a las costas, y cadáveres de la tragedia en las playas de la zona. Él mismo fue quien tuvo que recoger de la arena el cuerpo sin vida de Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años cuya fotografía, yaciendo boca abajo sobre la arena, ha sido portada de todos los medios de comunicación.
También Çıplak ha sido protagonista a su pesar, con su cara compungida llevando en brazos a Aylan recorriendo los diarios de todo el planeta. No obstante hay que recordar que Aylan no fue el único que pereció ahogado ese día: su hermano de 5 años y su madre de 27 fueron encontrados también en las costas de Bodrum; ellos a su vez formaban parte de la docena de refugiados sirios que dejaron su vida en el mar tratando de alcanzar las islas griegas y su sueño de llegar a Europa, un sueño que ha costado la vida ya a miles de personas en lo que va de año.
En declaraciones a la prensa turca, Çıplak trató de describir sus emociones ante la escena que se encontró aquella mañana. “Lo que más nos importa es la vida humana. Cuando me acerqué a Aylan, busqué signos de vida en él mientras rezaba ‘Dios mío, que esté vivo’. Pero no había ningún signo de vida. Me sentí muy triste”, confesó el gendarme turco.
Antes que como oficial de la gendarmería, Çıplak asegura que se vio a sí mismo como un ser humano y que “antes que cualquier otra cosa” pensó en su propio hijo, de seis años de edad. “Cuando vi el bebé (Aylan), mi hijo de seis años me vino inmediatamente a la cabeza. Por un momento me vi a mí mismo en el lugar del padre del niño”, dijo el gendarme, añadiendo que pese a que era ligero como una pluma, el cuerpo de Aylan se le hizo tremendamente pesado.
A Çıplak aún le cuesta encontrar palabras para describir un momento tan desolador como el que vivió aquel día, y asegura que nunca pensó que su foto llevando en brazos a Aylan daría la vuelta al mundo; ver de nuevo la imagen, sin embargo, sólo sirvió para que volviera a sentir el mismo dolor que sintió en aquel instante, asegura, posiblemente uno de los peores vividos en sus más de 10 años de experiencia investigando este tipo de sucesos.
Una de las preguntas que sus amigos más cercanos le han hecho a este sargento de la gendarmería turca de 39 años, destinado en Bodrum desde 2012, es cómo pudo llevar a cabo una tarea tan dura como recoger el cuerpo sin vida de un niño. “Todo el mundo se dio cuenta de la expresión de mi cara (en aquel momento). Algunas veces la gente no puede acercarse a los cuerpos muertos; yo no pensaba en eso, sino que estaba experimentando los sentimientos que sólo un padre siente al abrazar a su hijo”, confiesa Çıplak.
Sólo en los seis primeros meses de 2015 la guardia costera turca ha rescatado a más de 13.000 refugiados en aguas del Egeo, más que en todo 2014. “Para que ninguna escena dolorosa surja de los viajes de esperanza de estas personas, que llegan desde tan lejos desde sus países a una tierra totalmente extraña para ellos, y que no tienen más propósito que sobrevivir ellos y sus familias bajo condiciones muy duras, nosotros, como miembros de la comandancia general de la Gendarmería, tomamos todas las medidas necesarias y continuaremos haciéndolo”, concluyó diciendo.
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