Decenas de empresarios turcos fueron detenidos el miércoles en la ciudad rusa de Krasnodar, en la región del Cáucaso Norte, acusados de “realizar falsas declaraciones sobre su estancia en el país”, en lo que se considera como una nueva medida de represalia por el derribo el martes de un caza ruso SU-24 que invadió el espacio aéreo de Turquía.
Según la prensa turca los detenidos son un grupo de unos 40 empresarios turcos que asistían a una feria agrícola internacional en Krasnodar, cuando fueron detenidos el miércoles por la tarde por policías rusos, según informó por teléfono uno de ellos a la cadena de televisión CNN Türk.
Tras comparecer el jueves ante un tribunal ruso, éste los juzgó culpables de “mentir” en su declaración al entrar en el país al haber citado como razón para su estancia en Rusia “turismo”, cuando en realidad se encontraban en un viaje de negocios. La corte los condenó por ello a una multa de 4.000 rublos –unos 57 euros- cada uno, así como a 10 días de detención en un centro penitenciario, tras lo cual serán deportados a Turquía.
Desde el incidente ocurrido el martes cuando el ejército turco derribó un avión de combate que se internó en su territorio, y que posteriormente fue identificado como un caza ruso SU-24, las tensiones entre ambos países se han acrecentado con duras declaraciones por parte del presidente ruso Vladimir Putin, que ha acusado al gobierno turco de fomentar el islamismo radical y apoyar a los terroristas del Daesh. En iguales términos se ha expresado su ministro de exteriores, Sergei Lavrov, quien además ha pedido a los ciudadanos rusos que no viajen a Turquía, país al que ha equiparado con Egipto en cuanto al potencial de una amenaza terrorista.
A raíz del suceso del martes, se han multiplicado las noticias sobre prácticas inusuales por parte de Rusia contra empresarios, ciudadanos y productos turcos, a pesar de que inicialmente el Kremlin afirmó que Rusia no estaba pensando en imponer sanciones económicas contra Turquía o un embargo sobre las importaciones de productos turcos.
El jueves sin embargo Moscú admitía abiertamente que está preparando toda una serie de medidas de represalia contra Turquía que podrían incluir a los sectores del turismo, el transporte, el mercado laboral, y los “contactos humanitarios”, según explicó el primer ministro Dmitry Medvedev. El gobierno ruso podría estudiar cancelar también varios proyectos conjuntos con Turquía, según algunas fuentes.
Rusia además comenzará a establecer controles más rigurosos en las importaciones de alimentos procedentes de Turquía y a llevar a cabo registros adicionales en los pasos fronterizos y los centros de producción, según anunció el mismo día el ministerio de agricultura de Rusia, que alegó como motivo la falta de cumplimiento de los fabricantes turcos con los estándares rusos. Según datos de dicho ministerio, las importaciones de alimentos y productos agrícolas tucos sumaron 1.600 millones de euros en 2014, mientras que Rusia exportó alimentos a Turquía por valor de 2.260 millones de euros en el mismo período. Rusia importa actualmente el 20% de sus verduras de Turquía.
Estas nuevas medidas han sido confirmadas por las autoridades turcas, que afirman que los vehículos y camiones turcos son sometidos ahora a inspecciones exhaustivas en las aduanas. Varios ciudadanos turcos han confirmado también a distintos medios que les ha sido denegada la entrada al país a su llegada al Aeropuerto Internacional de Moscú-Sheremétievo, donde las autoridades les han obligado a volver a Turquía.
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