Millones de turcos llevan días agolpándose en las colas para comprar un boleto de la lotería de Año Nuevo, que con un bote de 55 millones de liras turcas –más de 17 millones de euros- para el premio “Gordo”, cambiará sin duda para siempre la vida del afortunado/a que se haga con el número ganador.
Uno de los lugares donde se ha atestiguado el afán por hacerse con un número para un sorteo cuyo premio principal equivale a 55.000 veces el salario mínimo de un mes de un trabajador medio, ha sido la famosa administración de lotería “'Nimet Abla”, ubicada en el barrio estambulita de Eminönü, a orillas del llamado Cuerno de Oro de Estambul. Allí, desafiando el frío e incluso el viento y la lluvia, se forman desde hace días larguísimas colas en las que decenas de personas tratan de hacerse con un boleto.
Además del premio principal, el principal atractivo para los compradores que buscan iniciar 2016 cargados de fortuna, la lotería de Año Nuevo ofrece más de 90 millones de euros en premios secundarios no por ello menos importantes. Un boleto completo vale 50 liras –unos 15 euros- con la garantía de que sus números son únicos y que por tanto, si resulta ganador, el agraciado no tendrá que compartir el premio con nadie.
En cambio las otras opciones disponibles –medio boleto por 25 liras (8 euros) o un cuarto de boleto por 12,5 liras (4 euros)- son más baratas, pero suponen que los ganadores de esos números tendrán que dividir el premio al 50% o al 25% entre quienes tengan la misma combinación.
Como en muchos otros lugares del mundo, no sólo el azar sino también la superstición juega un importante papel entre quienes buscan la fortuna de hacerse aunque sea con parte del premio. Así lo cree un vendedor de boletos, Ahmet Mutlu, quien en declaraciones a la agencia Anatolia no dudó en recurrir a la creencia popular, muy extendida en Turquía, que considera que cuando un pájaro deja un “regalo” (deposición) sobre uno es el momento oportuno para ir corriendo a comprar lotería: “Git piyango bileti al”, es una frase que se escucha a menudo cuando alguien sufre el aparente infortunio de verse cubierto de heces de algún ave.
“Yo creo que ser alcanzado por un excremento de pájaro trae suerte”, aseguró Mutlu, quien además relató al respecto su propia anécdota, cuando hace un mes observó cómo uno de los pájaros que volaban mientras vendía lotería en la calle soltó sus heces sobre varios boletos que llevaba en la mano. El vendedor decidió que no podía venderlos en ese estado y los devolvió a la administración estatal de loterías; pero tiempo después, se enteró de que uno de aquellos números “manchados” había resultado agraciado con más de 6.000 euros.
Pese a esta extendida superstición, uno de los que prueba suerte estos días haciendo cola para comprar la lotería de Año Nuevo, un estudiante llamado Salih Doğan, relata cómo bajo su experiencia los pájaros no tienen tales poderes. “Durante tres años, compré boletos de lotería siempre que los pájaros me alcanzaban (con sus heces), pero nunca gané un premio”, asegura Doğan, quien no obstante añade esperanzado que “al final alguien ganará el premio, así que podría ser yo”, por lo que seguirá comprando lotería.
No obstante y gane quien gane en el esperado sorteo que se celebra el jueves por la noche en Turquía, quien saldrá ganando más que nadie será el Estado turco. Las estimaciones oficiales señalan que una vez vendidos todos los boletos de la lotería nacional –el 99% ya han sido vendidos y el resto probablemente se agotarán de aquí al 31 de diciembre- los ingresos superarán los 155 millones de euros: eso son cerca de 50 millones de euros en beneficios para las arcas públicas... y sin que intervenga de por medio ningún excremento de pájaro.
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