Un tribunal de la provincia de Manisa, al oeste de Turquía, dictó esta semana una sentencia sin precedentes al imponer una multa de 1.000 liras turcas –unos 300 euros- a un individuo que hace año y medio atropelló a un gato, al que dejó gravemente herido, y huyó del lugar sin prestar auxilio al animal.

El acusado, que responde a las iniciales M.A., cometió al atropello en septiembre de 2014, y pudo ser identificado gracias a un testigo que anotó la matrícula del vehículo en el que se dio a la fuga; la Asociación para la Protección de los Animales de Manisa, que se hizo cargo de los cuidados del gato (que finalmente sobrevivió), decidió entonces presentar una demanda judicial contra M.A. en la que pedía para éste una multa de al menos 2.000 liras turcas (TL) por haber causado “daños materiales” y “angustia mental”. El tribunal sin embargo desestimó finalmente ésta última acusación, pero sí aceptó el pago de 1.000 TL por daños materiales.

“El pobre gato quedó muy malherido, y cuidamos de él durante 15 meses. Yo aún sigo cuidando de él, mientras que el conductor ni siquiera comprobó qué había golpeado tras el atropello”, declaró a la prensa turca la presidenta de la asociación, Reyhan Erbirliler, quien consideró que la sentencia puede servir de ejemplo y sentar un precedente para casos similares en el futuro.

Las asociaciones de defensa de los derechos de los animales llevan tiempo pidiendo leyes que castiguen con penas de prisión el maltrato animal. En 2014 el parlamento turco presentó un borrador de ley que fijaba hasta tres años de cárcel para los delitos relacionados con la crueldad hacia los animales, pero la legislación aún está pendiente de ser ratificada, por lo que los defensores de los animales tienen que recurrir en estos casos a argumentos como daños materiales o morales para conseguir una condena.

Tal fue el caso del juicio contra un estudiante universitario que en mayo del año pasado fue condenado por un tribunal de la ciudad de Eskişehir a tres años de cárcel por torturar y matar a un gato, unos hechos que grabó en un video que difundió por Internet, desatando una ola de indignación social. El joven alegó entonces que se encontraban en estado de embriaguez cuando mató al animal, que había sido dejado a su cuidado dos días antes por las propietarias de un café de la ciudad; sin embargo su ofrecimiento a pagar el coste del gato a sus dueñas, como si se tratara de una simple propiedad, causó aún más controversia y fue rechazado por el juez.