Al menos siete policías turcos resultaron muertos a última hora del jueves y otras 27 personas quedaron heridas después de que una gran explosión afectara a un autobús que transportaba a fuerzas especiales de la policía en la provincia de Diyarbakır, al sureste de Turquía, según confirmaron fuentes de seguridad turcas.

En declaraciones a los medios realizadas por el ministro de desarrollo turco, Cevdet Yılmaz, éste confirmó que la deflagración, ocurrida en el distrito de Bağlar y causada posiblemente por un coche bomba aparcado junto al lugar por donde pasó el autobús, dejó heridos a 13 policías–uno de ellos en estado crítico- y 14 civiles, también uno en estado crítico.

La explosión afectó a numerosos vehículos próximos al lugar así como a varios edificios en las proximidades, incluyendo una estación de autobuses interurbanos, lo que causó la mayor parte de los heridos civiles.

El atentado no fue reivindicado inmediatamente por ningún grupo, aunque por el lugar y el objetivo escogidos todo apunta a que sea obra del grupo terrorista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) o alguna de sus ramificaciones, incluyendo los Halcones por la Libertad del Kurdistán (TAK), que en el pasado se han atribuido varios ataques que han dejado víctimas civiles incluyendo dos recientes atentados en la capital del país, Ankara.

Este ataque tiene lugar coincidiendo con la estancia de tres ministros diferentes del ejecutivo del AKP en Diyarbakır, la mayor ciudad del sureste de Turquía, y a sólo unas horas de la visita que el primer ministro turco Ahmet Davutoğlu tiene previsto realizar a la ciudad este viernes para recorrer el histórico distrito de Sur, donde el pasado 9 de marzo concluyeron oficialmente las operaciones de seguridad para expulsar de la zona a los militantes del PKK.

Incluido en la lista de organizaciones terroristas internacionales de la Unión Europea, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán puso fin de forma unilateral en julio de 2015 a la tregua de prácticamente tres años anunciada por su líder histórico, Abdullah Öcalan; desde entonces, unos 350 miembros de las fuerzas de seguridad turcas han muerto y miles de militantes del grupo han sido abatidos o detenidos en operaciones llevadas a cabo en varios distritos del sureste del país.