Un tribunal de Turquía condenó el miércoles en una sentencia récord a 508 años y 3 meses de cárcel al principal acusado por un escándalo de pedofilia y abusos de menores que sacudió a una conocida fundación educativa muy vinculada al gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).
La sentencia fue emitida por un tribunal de la provincia de Karaman, al sur de Turquía, donde se produjeron los hechos; el principal acusado, un profesor de 54 años de edad identificado como Muharrem B., fue condenado por abusos sexuales demostrados contra un total de diez menores, cuyas edades varían entre los 12 y los 14 años y que sufrieron los abusos entre los años 2012 y 2015. La corte encontró al acusado, para el que la fiscalía del Estado pedía hasta 600 años de cárcel, culpable de varios delitos que incluyen abuso de menores, restricción de la libertad y daños premeditados, así como por mostrar imágenes pornográficas a los menores.
En su confesión ante la policía antes del juicio, M.G. había admitido los abusos aunque negó que les obligara a ver pornografía. “Puede que los niños hubieran visto este tipo de imágenes accidentalmente en la pantalla de mi ordenador cuando entraron en mi habitación”, declaró el acusado ante la policía según se recoge en la acusación. Sin embargo las víctimas afirmaron lo contrario, y dos de ellas aseguraron que el profesor incluso les obligó a ver “pornografía entre animales y personas”.
Otras víctimas relataron cómo en ocasiones el acusado les llevaba en privado a ver películas de alto contenido sexual, o a veces junto con otros alumnos, asegurando que el profesor les llegó a hablar incluso de los encuentros sexuales con su mujer. Los menores también contaron que M.B. les dijo que no hablaran con nadie sobre los abusos, algo que ellos tampoco hicieron porque se sentían “asustados y avergonzados”.
El gobernador de Karaman tomó medidas extremas de seguridad de cara al juicio que se celebró el miércoles, intensificando los controles y los efectivos policiales y hasta el punto de impedir el acceso a cualquier persona no autorizada en un área de 3 kilómetros en torno al tribunal, y prohibiendo cualquier reunión, protesta o manifestación en toda la provincia durante la jornada para evitar incidentes.
En un principio estaba previsto que M.B. compareciese por conferencia de video desde la cárcel donde cumplía prisión preventiva para impedir que se produjeran altercados a su llegada al tribunal, pero finalmente y ante las medidas tomadas, el acusado compareció en persona ante la corte; allí M.B. optó por rechazar todas las acusaciones contra él, afirmando que había confesado los abusos engañado por la policía y que los niños habían abusado de ellos entre sí, admitiendo únicamente que se había “tumbado junto a ellos” en la cama durante los períodos de exámenes y únicamente para consolarlos.
“Yo no lo hice. La policía me presionó diciéndome ‘si dices esto no te castigarán’, así que se lo dije. Pero soy inocente”, clamó M.B. durante el juicio. “Soy un buen profesor. Hice que los niños leyeran libros y jugaran. Mis derechos han sido violados en este caso”, insistió el acusado ante el tribunal, añadiendo que nadie había presentado una queja contra él durante los cinco años que había trabajado para la institución.
El caso juzgado el miércoles y que sobrecogió a todo el país tuvo lugar en unos pisos propiedad de la Asociación de Alumnos de Escuelas İmam Hatip de Karaman (en las que se imparte una enseñanza religiosa) y de la Fundación Ensar, una conocida institución nacional con fines educativos vinculada estrechamente al gobierno y que proporciona ayuda a estudiantes de todo el país con becas y alojamiento, lo que despertó una agria polémica además de desatar las iras de muchos padres de alumnos.
De hecho y pese a que ambas instituciones insisten en que lo ocurrido es un caso aislado que no debe cuestionar la labor social que desempeñan, tanto partidos de la oposición como asociaciones y grupos de defensa de los derechos humanos han acusado al gobierno de ignorar sistemáticamente las denuncias de abusos que tuvieron lugar en Karaman, donde según fuentes no oficiales el número de víctimas podría llegar hasta los 45 niños.
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