Aunque Turquía sea a menudo referida como “la República de los gatos” por el amor y las atenciones que los turcos dispensan a los pequeños felinos, lo cierto es que en ciudades como Estambul la cuestión de los gatos y perros callejeros se está convirtiendo en todo un problema con el que administraciones y asociaciones tratan de lidiar.
Las estimaciones para una metrópolis como Estambul –la cuarta mayor conglomeración urbana de Europa, con cerca de 15 millones de habitantes- van desde los 250.000 animales callejeros- incluyendo perros y gatos- que dan instituciones oficiales como los servicios veterinarios del Ayuntamiento Metropolitano, hasta la cifra “real” de 700.000 gatos y 300.000 perros callejeros que ofrecen asociaciones como la Cámara de Cirujanos Veterinarios de Estambul.
Además de depender principalmente de los humanos para su alimento y sustento, estos animales se enfrentan a muchos peligros en las calles, incluyendo accidentes y atropellos, pero también al frío o el calor extremos en determinadas épocas del año, además del hambre o las enfermedades; ello sin contar con los malos tratos que a veces pueden sufrir por parte de algunas personas desaprensivas.
Murat Arslan, presidente de la Cámara, advierte del problema que representa el creciente número de animales callejeros en una ciudad como Estambul, donde no dejan de multiplicarse pese a todas las medidas preventivas que autoridades y asociaciones tratan de tomar: una sola perra, señala, puede tener miles de descendientes en un plazo de seis años.
“El aumento en su número puede traer consecuencias negativas. Algunas personas se sienten bastante molestas, dado que los animales callejeros aparecen más en el día a día para buscar comida, mientras que otras se sienten muy felices alimentándolos y protegiéndolos. Como consecuencia, los vecinos comienzan a tener peleas por los animales”, declaró Arslan a la agencia de noticias Anatolia.
“El ruido o la suciedad son algunas de las quejas. Sin embargo, muchos amantes de los animales protestan también porque creen que los ayuntamientos deberían cuidar mejor a los animales callejeros”, afirmó Arslan, para quien sin embargo el problema no puede ser únicamente resuelto por los gobiernos locales sino únicamente mediante un “trabajo de cooperación serio” que implique a autoridades, asociaciones y veterinarios.
En 2004 Turquía aprobó una nueva ley sobre protección animal en línea con la Convención Europea para la Protección de los Animales de Compañía, que establece la responsabilidad de las administraciones para encargarse del cuidado y la rehabilitación de los animales callejeros. En este sentido, sólo el año pasado el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Turquía proporcionó unos 4,5 millones de liras –cerca de un millón y medio de euros- en ayudas a los ayuntamientos para cubrir las necesidades de estos animales.
En Estambul existen seis centros de atención municipales con capacidad para unos 7.500 perros y gatos callejeros, donde se les proporciona de forma temporal alimento y cuidados médicos; en ellos se les castra y registra, y finalmente se intenta encontrar para ellos un nuevo hogar. En 2015, unos 20.000 animales fueron esterilizados y cerca de un millar de ellos tuvieron la suerte de encontrar un nuevo propietario que los cuidara; el resto sin embargo tuvieron que ser devueltos al mismo lugar donde fueron encontrados.
“Uno de los principales problemas es que los propietarios están abandonando sus animales en la calle. La gente debería saber que tener un animal es una responsabilidad importante”, apuntó por su parte Muhammet Nuri Coşkun, jefe de la Dirección de Servicios Veterinarios del Ayuntamiento de Estambul.
Coşkun considera que el sistema captura-esterilización-devolución puede ser la mejor solución “tanto para humanos como para animales y el medioambiente” al ayudar a frenar la reproducción de gatos y perros callejeros; una postura que comparten ONGs como la Asociación de Rescate de Animales, con sede en Ankara, cuya presidenta Zekiye Köklü señala que un animal esterilizado corre menos peligro y estrés en la calle “dado que no va a tener que luchar para encontrar una pareja o alimento para sus crías”. No obstante Köklü también apunta que la metodología de captura-esterilización-devolución aún está lejos de ser aplicada correctamente en Turquía.
En medio de una situación que ayuntamientos, administraciones, ONGs y expertos aún están lejos de solucionar, la gran mayoría de los turcos continúa cuidando y alimentando a los animales callejeros, aunque sólo sea por compasión, que es algo que forma parte también de la naturaleza humana. Los supermercados acostumbran a vender paquetes de comida –a precio más económico- específicamente para los perros y gatos de la calle, y muchos ayuntamientos de Turquía compiten por ofrecer los mejores cuidados a sus animales callejeros, desde casetas y refugios en parques y lugares públicos, hasta expendedores de agua y comida a cada cual más ingenioso.
Lugares como Kadıköy, un distrito en la orilla asiática de Estambul, son llamados a menudo de forma graciosa “Kediköy” (Pueblo del Gato) tanto por el número de estos animales como por el cariño con el que se les cuida, algo común en el resto del país. Como comenta un residente de Estambul: “No tenemos que amarlos, pero tenemos que respetar sus vidas. El mayor peligro será cuando dejemos de ver perros y gatos en las calles”.
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