Un sondeo llevado a cabo recientemente por el centro de estudios sociológicos de la Universidad Has Kadir muestra que más de la mitad de los ciudadanos turcos consideran que su país hizo lo correcto al derribar el avión de combate ruso que se internó el pasado mes de noviembre en el espacio aéreo de Turquía, desatando una crisis diplomática entre ambos países cuyas consecuencias aún perduran hoy día.
De acuerdo a los resultados obtenidos en el estudio, titulado “Investigación sobre la opinión pública acerca de la política exterior de Turquía”, el 58,2% de los consultados consideró correcto el derribo del avión, que cazas F-16 de las Fuerzas Aéreas Turcas derribaron el 24 de noviembre de 2015 tras internarse varias veces en Turquía cuando realizaba bombardeos en el norte de Siria en un área bajo control de grupos de la oposición a Assad. Por el contrario, el 41,8% de los entrevistados respondieron que el derribo del SU-24 ruso fue un error.
Según revela el estudio, entre los que consideraron que Turquía actuó correctamente al derribar el avión del ejército ruso, la gran mayoría –un 57,6%- argumentó que la medida “demostró que Turquía se ha convertido en una gran potencia”, mientras que la segunda razón más elegida -por el 54,1%- fue que “debemos proteger nuestras fronteras”.
En el lado opuesto, entre quienes expresaron su desaprobación por la acción hubo respuestas más variadas, siendo el argumento más utilizado –por el 57,7%- que con el derribo del caza ruso Turquía “actuó desproporcionadamente”; la segunda razón más escogida por los consultados que rechazaron la decisión fue que Turquía no tenía razón en esta cuestión (27,3%), mientras que en tercer lugar se situó la postura de quienes consideraron la acción perjudicial por suponer una agresión a una gran potencia como Rusia (un 23,2%).
Semanas después del incidente el presidente ruso Vladimir Putin decretó numerosas sanciones contra Turquía y sus ciudadanos que han perjudicado especialmente a sus sectores agrícola y turístico –los rusos eran tradicionalmente la segunda mayor fuente de turistas para Turquía, tras los alemanes- , si bien en los últimos meses Moscú parece haber suavizado algunas de las medidas.
El Kremlin sostuvo desde el principio la versión de que el caza SU-24 no había violado en ningún momento el espacio aéreo de Turquía y que los dos pilotos no habían sido advertidos en ningún momento antes de ser derribados: una versión desmentida por las grabaciones del incidente difundidas al día siguiente por las Fuerzas Armadas Turcas, así como por los datos y emisiones de radio recopiladas por la propia OTAN además de por varios pilotos comerciales que transitaban por la región en aquel momento.
Rusia inició el 18 de diciembre en medio de un gran despliegue mediático y ante las cámaras el examen de las cajas negras del caza, en una especie de ceremonia pública emitida en directo por la televisión rusa, asegurando que los datos contenidos en ellas corroborarían su versión; sólo unos pocos días después, sin embargo, la comisión de investigación rusa encargada de su análisis informó que resultaría prácticamente imposible restaurar y leer los datos de las cajas negras. El veredicto, desmentido por varios expertos turcos e internacionales, fue interpretado en Ankara como una confirmación de que los registros de las cajas negras rusas corroboraban la versión de Turquía.
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