El nuevo primer ministro de Turquía, Binali Yıldırım, parece haber marcado un cambio completo en la política exterior del país euroasiático después de afirmar durante su primera comparecencia ante los diputados de partido que la nueva línea a seguir en las relaciones de Ankara con otras naciones estará basada en “conseguir más amigos que enemigos”.
“Turquía tiene muchos problemas. Tenemos problemas en la región; los conflictos que están ocurriendo en nuestra región y en la Unión Europea, Chipre o el Cáucaso incrementan la importancia de nuestro país en nuestra región. Somos conscientes de ello. ¿Qué vamos a hacer entonces? Muy simple: aumentaremos el número de nuestros aliados y reduciremos el número de nuestros enemigos”, dijo Yıldırım el martes en su primera reunión en el parlamento turco con los diputados de su partido AKP, desde que el domingo fuera confirmado como nuevo líder de la formación gobernante y primer ministro del gobierno, en sustitución de Ahmet Davutoğlu.
“Tal y como hemos hecho a lo largo de la historia, Turquía es un país que está al lado de los oprimidos, y la historia nos ha dado responsabilidades muy importantes en la región. Si no nos liberamos de esta responsabilidad hoy, sentiremos el pecado de la decepción en nuestros corazones por siempre. No permitiremos que nuestro pueblo sienta esto”, añadió Yıldırım, dando a entender que bajo su gobierno Turquía podría buscar enmendar sus maltrechas relaciones con Israel, Egipto o incluso Rusia.
Son muchos los que dentro y fuera de Turquía han criticado la política exterior seguida en los últimos años por Turquía; pese a que el lema declarado del ex primer ministro y antiguo ministro de exteriores, Ahmet Davutoğlu, era “Cero problemas con los vecinos”, el hecho es que sus relaciones con los países de la región se han visto deterioradas por lo que a menudo ha sido percibido por parte de países como Irak, Egipto o Israel como “injerencias” en sus asuntos internos.
Actualmente Israel y Turquía están cerca de llegar a un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas rotas tras el incidente del “Mavi Marmara” que en mayo de 2010 costó la vida a 9 ciudadanos turcos, aunque las negociaciones avanzan lentamente por la insistencia de Ankara en incluir en el acuerdo la cuestión del bloqueo israelí a la Franja de Gaza.
Con respecto a Egipto, pese a tímidos gestos de acercamiento en los últimos meses las relaciones siguen siendo tensas y Ankara carece de representación diplomática de alto nivel desde la expulsión de su embajador en noviembre 2013 por las duras críticas al golpe de Estado contra el presidente electo egipcio, Mohamed Morsi; en respuesta, Turquía también expulsó al embajador egipcio y le declaró "persona non grata".
Precisamente sobre otro país vecino cuya situación ha marcado profundamente a Turquía en los últimos años, Siria, el nuevo primer ministro empleó por primera vez el término “guerra sin sentido” para referirse al conflicto que vive ese país, con el que Turquía comparte más de 900 kilómetros de frontera común, y que ha dejado cerca de tres millones de refugiados sirios en su territorio. “Esta guerra sin sentido se ha cobrado las vidas de cientos de miles de nuestros hermanos (sirios). Algunos de ellos han arriesgado sus vidas para salvarse escapando en botes en el mar con bebés y ancianos, y muchas personas han perdido su vida en ese intento”, subrayó Yıldırım.
El nuevo premier turco también remarcó que la nueva prioridad de su ejecutivo sería enmendar un sistema de gobierno “que funciona mal” reformando la actual constitución surgida del golpe de Estado de 1980, algo que calificó como una “oportunidad histórica”. “Turquía no puede alcanzar sus objetivos para 2023 sin una nueva constitución”, insistió Yıldırım, añadiendo que ésta incluirá un cambio del modelo de gobierno para incluir un sistema presidencialista.
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