El autoproclamado Estado Islámico (Daesh, por su nombre en árabe) reivindicó el lunes la responsabilidad por la masacre perpetrada en la noche de Año Nuevo en el exclusivo club Reina de Estambul, en el que 39 personas murieron y otras 65 resultaron heridas.
El grupo reclamó la acción como una respuesta a la ofensiva del ejército turco en el norte de Siria contra el Daesh como parte de la Operación Escudo del Éufrates, que desde agosto ha logrado liberar decenas de poblaciones del yugo de la organización terrorista. Según habían informado el 30 de diciembre las Fuerzas Armadas Turcas en un comunicado, cerca de 1.300 militantes del Daesh han sido abatidos o capturados desde el 24 de agosto en las operaciones en Siria, donde el 29 de diciembre moría además Ebu Husen Tunusi, considerado como uno de los "emires" del grupo, durante un bombardeo de cazas F-16 turcos en la ciudad siria de Al-Bab, que el ejército turco trata de capturar al Daesh desde hace semanas.
El ministro del Interior turco Süleyman Soylu confirmó el lunes que un total de ocho sospechosos han sido detenidos a lo largo del domingo por su relación con el ataque de Estambul, añadiendo que un total de 147 sospechosos de vínculos con el Daesh habían sido detenidos entre el 26 de diciembre y el 2 de enero, 25 de los cuales ingresaron finalmente en prisión.
A medida que progresa la identificación de las víctimas, se ha determinado que 26 de los fallecidos en la matanza del club Reina eran extranjeros, mientras que 11 eran ciudadanos turcos y otra persona continúa sin identificar. Hay además identificada otra víctima mortal con doble nacionalidad turca y belga. Entre las víctimas mortales extranjeras, se ha establecido que había siete ciudadanos saudíes, tres iraquíes, tres libaneses, dos tunecinos, dos hindúes, dos marroquíes, dos jordanos, un kuwaití, un canadiense, un israelí, un sirio, y un ruso, según las últimas informaciones citadas por la agencia estatal Anatolia. 25 de los fallecidos eran hombres y 14 mujeres.
Un atacante que parecía profesional
Mientras las fuerzas de seguridad turcas continúan buscando intensivamente por todo el país al autor de la masacre, cuya identidad aún no ha sido revelada, continúan emergiendo nuevos detalles del ataque en la noche de Año Nuevo y de su autor.
Las imágenes del atacante capturadas por las cámaras de seguridad y dadas a conocer el lunes por la policía turca señalan que el terrorista podría ser oriundo de Asia Central, a juzgar por sus rasgos faciales, y que rondaría los 25 años de edad. Las informaciones iniciales apuntan a que su país de origen podría estar en Uzbekistán o Kirguistán, si bien también se investiga la hipótesis de que pueda ser oriundo de la provincia de Xinjiang, en el noroeste de China.
De acuerdo a los análisis de las imágenes llevados a cabo por expertos, el autor del atentado actuó como un profesional que habría recibido entrenamiento militar sobre el uso de armas. “El atacante tiene determinación, fe, práctica, sangre fría, profesionalidad, y sabe cómo conseguir los resultados... Probablemente ha disparado antes en zonas de combate real. No mostró ninguna duda en disparar a personas inocentes. Es absolutamente un asesino y probablemente ha disparo antes a seres humanos”, declaró a los medios un experto turco en lucha antiterrorista.
En las imágenes de las cámaras de seguridad, el asesino aparece vistiendo una camisa verde, unos pantalones oscuros y unas botas negras, y disparando contra la parte superior de los cuerpos de sus víctimas, donde se ubican los órganos vitales. A lo largo de su acción utilizó seis cargadores y disparó 180 balas, según los datos aportados por los investigadores.
Tras entrar en el club, el asaltante subió al piso de arriba y comenzó a disparar contra las personas que se encontraban en ese momento celebrando el Año Nuevo, para posteriormente bajar hasta el piso inferior y continuar con la matanza. Según testigos presenciales, también disparó en la cabeza a personas que se encontraban heridas en el suelo para asegurarse de que estaban muertas. El ataque duró en total unos siete minutos.
Posteriormente se dirigió a la cocina del local, donde permaneció unos 13 minutos antes de cambiarse de ropa, quitarse su abrigo, limpiar su arma y escapar del lugar mientras continuaban las escenas de pánico por el tiroteo. Se subió a un taxi en Ortaköy pero se bajó sólo unos minutos después en el vecino barrio de Kuruçeşme tras decirle al conductor que no tenía dinero para pagarle. De hecho, los investigadores forenses descubrieron 500 liras turcas en el bolsillo del abrigo que abandonó en el club; la policía tratar de determinar ahora si de hecho vestía dos abrigos cuando entró en el local.
También se ha determinado que antes de perpetrar el ataque el terrorista se subió en un taxi en el distrito de Zeytinburnu, en el casco histórico de Estambul, y recorrió en él los aproximadamente 15 kilómetros que le separaban del barrio de Ortaköy, donde se ubica el club Reina. No obstante a causa del intenso tráfico aquella noche, el asesino se bajó antes de tiempo del taxi y caminó unos cuatro minutos hasta el lugar donde cometería la masacre.
0 Comentarios