Militantes del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), reconocido como una organización terrorista por la Unión Europea, secuestraron y asesinaron en las primeras horas del domingo a un hombre en una aldea de la provincia fronteriza de Hakkari, ubicada en el extremo sureste de Turquía, según confirmaron fuentes policiales.

La víctima, identificada como Sami Çiftçi, fue secuestrada en su casa en Çatalca, una pequeña aldea en medio de las montañas en el distrito de Şemdinli a menos de diez kilómetros de la frontera con Irán, según indicaron a medios turcos fuentes de la investigación que pidieron no ser identificadas. Tras llevarse al hombre, le dispararon acabando con su vida y dejaron su cuerpo abandonado.

Este suceso se une a otros asesinatos similares desde que en julio de 2015 el PKK anunciara la ruptura unilateral de la tregua anunciada dos años antes por su líder, Abdullah Öcalan, y después de que el grupo anunciara hace meses ante el fracaso de su estrategia de guerrilla urbana que intensificaría los asesinatos selectivos contra funcionarios del gobierno o habitantes de la región sureste de Turquía –donde la población es mayoritariamente de etnia kurda- que la organización terrorista considerase colaboradores con el Estado turco.

La semana pasada otro civil identificado como Tayyip Fidan, un hombre que cuidaba ovejas en una aldea de la provincia fronteriza de Şırnak y padre de dos guardias rurales a sueldo del Estado, fue secuestrado y asesinado por el PKK mientras llevaba a sus animales a pastar. Su cuerpo fue abandonado a las afueras y encontrado por las autoridades.

El grupo también asesinó en junio a un maestro de escuela, Necmettin Yılmaz, un joven de sólo 23 años oriundo de la provincia suroriental de Şanlıurfa que fue secuestrado en la provincia oriental de Tunceli mientras conducía su coche por una carretera local; su cuerpo fue descubierto cerca de un río la semana pasada, después de que días antes su coche fuese hallado calcinado y de que el PKK reivindicara su asesinato.

Otra maestra, Aybüke Yalçın, de sólo 22 años, murió el 9 de junio cuando su coche fue alcanzado por disparos de militantes del PKK que trataban de matar al hijo de un político local en la provincia de Batman, en el sureste de Turquía. También a principios de julio dos representantes del partido gobernante AKP, Aydın Ahi y Orhan Mercan, fueron asesinados por el PKK en las provincias de Van y Diyarbakır, situadas en el este y sureste del país.

Precisamente el domingo por la mañana concluía una operación de las fuerzas de seguridad turcas en la provincia de Diyarbakır en la que se incautaron 1,2 millones de toneladas de nitrato de amonio –una sustancia utilizada habitualmente para fabricar explosivos- y se destruyó una guarida utilizada por militantes del PKK para ocultarse en la región. También se hallaron cinco granadas, y 205 kilos de marihuana, una droga de cuya venta el grupo obtiene gran parte de sus ingresos.

Por otro lado, la oficina del gobernador de Şırnak, en el sureste de Turquía, informaba el domingo en un comunicado que cinco militantes del PKK se habían rendido el sábado a las fuerzas de seguridad turcas tras ocultarse en una zona montañosa del distrito de Silopi próxima a la frontera con Irak.

Desde la ruptura de la tregua en julio de 2015, más de 1.200 personas entre civiles y miembros de las fuerzas de seguridad turcas han perdido la vida en ataques del PKK, que por su parte ha perdido a cerca de 10.000 de sus militantes.