La embajada de la República Turca en Washington anunció el domingo que suspendía todos los servicios de emisión de visados para no inmigrantes en todas las misiones diplomáticas en territorio estadounidense, en represalia por una decisión similar anunciada horas antes por la embajada de Estados Unidos en Ankara.
“Los últimos acontecimientos han forzado al Gobierno turco a reevaluar el compromiso del Gobierno de los Estados Unidos con la seguridad de las instalaciones y el personal de la misión turca (en EE.UU.). Para minimizar el número de visitantes a nuestra embajada y consulados mientras se procede a esta reevaluación, hemos suspendido con efecto inmediato todos los servicios de visado para no inmigrantes en todas las instalaciones diplomáticas turcas en los Estados Unidos”, informó la embajada turca en Washington en un comunicado publicado a última hora del domingo.
“Esta medida se aplicará a los visados en los pasaportes, así como a los e-visados (solicitados online) y a los visados adquiridos en la frontera”, añadía la nota oficial publicada por la embajada, que fue divulgada a través de Twitter.
El anuncio se produjo tan sólo horas después de que la embajada de Estados Unidos en Ankara anunciara exactamente la misma medida; de hecho, el mensaje emitido por la embajada turca en Washington fue –a propósito- un calco del emitido por la sede diplomática norteamericana en Turquía.
“Los últimos acontecimientos han forzado al Gobierno de los Estados Unidos a reevaluar el compromiso del Gobierno de Turquía con la seguridad de las instalaciones y el personal de la misión de EE.UU. (en Turquía). Para minimizar el número de visitantes a nuestra embajada y consulados mientras se procede a esta reevaluación, hemos suspendido con efecto inmediato todos los servicios de visado para no inmigrantes en todas las instalaciones diplomáticas estadounidense en Turquía”, decía el mensaje publicado por la embajada de EE.UU. en el país.
La medida anunciada por Washington se produjo en medio de las tensiones diplomáticas tras el arresto el pasado 4 de octubre por parte de las autoridades turcas de Metin Topuz, un ciudadano turco miembro del personal que trabaja en el consulado de Estados Unidos en Estambul.
Topuz está acusado de espionaje y de vínculos con el movimiento religioso liderado por el clérigo Fethullah Gülen (denominado por las autoridades turcas por las siglas FETÖ); Gülen vive autoexiliado desde 1999 en Pensilvania y ha sido motivo creciente de tensión entre Washington y Ankara por la negativa de Estados Unidos a extraditarlo a Turquía, pese a las numerosas pruebas y documentos presentados por el gobierno turco sobre su implicación en el fallido golpe de Estado del año pasado.
Tras el fracaso del golpe en julio de 2016, numerosas voces en Turquía acusaron a Estados Unidos de tener conocimiento o incluso de haber jugado un papel en la intentona golpista, algo que desde Washington y desde la embajada estadounidense en Ankara siempre se desmintió categóricamente.
Según la investigación abierta por la fiscalía turca, Topuz mantenía contacto con varios exjefes de policía en Estambul que posteriormente fueron suspendidos e investigados por su relación con Gülen; otro de los contactos de Topuz era Oktay Akkaya, un antiguo teniente coronel que fue uno de los principales comandantes militares durante el golpe. La acusación contra Topuz afirma que actuaba como “enlace entre los miembros de FETÖ y su líder, Fethullah Gülen, quien vive en Pensilvania”.
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