Los últimos militantes del Daesh que resistían en el centro de la ciudad siria de Raqqa, la que fuera otrora la capital del autoproclamado Estado Islámico, se rindieron el martes por la mañana a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), según confirmaron fuentes sobre el terreno así como del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Según las informaciones divulgadas, miembros de las SDF lograron entrar en las últimas horas en el estadio municipal de Raqqa, donde se atrincheraban los últimos elementos del Daesh que aún resistían en la ciudad después de que el lunes cayese la llamada “Plaza del Paraíso”, donde el Daesh realizaba sus infames ejecuciones públicas cuando controlaba la ciudad.
Desde que el pasado mes de junio se pusiera en marcha la ofensiva sobre Raqqa, las fuerzas del SDF lograron primero sitiar la ciudad después de que los líderes del Daesh huyeran hacia la ciudad de Deir ez-Zor, y posteriormente entrar en el casco antiguo donde los combates han durado semanas y se han llevado a cabo prácticamente casa por casa. De hecho los bombardeos de la coalición liderada por EE.UU. sobre la ciudad han dejado Raqqa en un estado ruinoso, con la mayoría de sus edificios destruidos o seriamente dañados.
La batalla por el control de Raqqa se inició el pasado mes de junio tras la ofensiva lanzada desde el norte por el SDF con el apoyo de Estados Unidos, que proporciona ayuda logística, armas y cobertura aérea a esta coalición de facciones sirias no obstante integrada en su mayor parte por efectivos de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), el brazo armado del Partido de la Unión Democrática (PYD), una organización que Turquía afirma que no es más que la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Pese a que Estados Unidos sí reconoce al PKK como una organización terrorista, no define como tal al PYD/YPG, al que por el contrario considera un aliado clave en su lucha contra el Daesh en la región; ello ha dado lugar a un creciente distanciamiento entre Washington y Ankara, que considera que su aliado de la OTAN está sirviendo a los intereses del PKK en la región y contribuyendo a su rearme.
El asedio sobre Raqqa supuso un duro golpe para el Daesh y marcó el declive del autoproclamado Estado Islámico, que una vez llegó a controlar grandes extensiones de territorio en Siria e Irak, y que ahora se ha visto reducido a un puñado de localidades en la frontera entre ambos países. Después de Mosul (arrebatada recientemente al Daesh por el ejército iraquí) Raqqa era la segunda ciudad más importante del “califato” proclamado en 2014 por el Daesh y su capital de facto, desde la que gobernaba sus territorios y planificaba los atentados terroristas por todo el mundo.
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