Las autoridades turcas investigan la hipótesis del sabotaje como la más probable tras la gran explosión que sacudió el jueves por la noche una oficina tributaria situada a las afueras de la capital del país, Ankara, causando tres heridos.

“La posibilidad de sabotaje ha cobrado fuerza. Estamos trabajando sobre ello”, declaró tras el incidente el gobernador de la provincia de Ankara, Ercan Topaca, hablando con los periodistas sobre la investigación en curso.

“En nuestro trabajo (de investigación) en curso, la probabilidad de una compresión de gas natural como causa parece (ahora) menos probable. Estamos considerando la posibilidad de sabotaje, pero aún no ha sido confirmado al 100%. Nuestros compañeros están trabajando sobre este tema. Esperamos llegar a una conclusión definitiva en las próximas horas”, anunció Topaca.

La explosión se produjo en la sala de calderas de una oficina tributaria en el distrito de Çukurambar, situado a las afueras de Ankara, por lo que inicialmente las autoridades hablaron de un accidente; fue tan potente que pudo escucharse en prácticamente toda la ciudad. En el momento de la detonación sin embargo el edificio se encontraba cerrado al público, por lo que sólo estaba presente el personal de seguridad, lo que contribuyó a que no hubiera que lamentar un número muchísimo mayor de víctimas.

Las imágenes del lugar de la explosión mostraban daños muy importantes en la fachada del edificio, cuyos restos aparecían esparcidos por la calle, mientras que las ventanas de los edificios próximos y de los coches situados en los alrededores explotaron también como consecuencia de la potente onda expansiva.

Inmediatamente se desplazaron hasta el lugar varias ambulancias, bomberos y efectivos de la policía. Afortunadamente sólo tres personas resultaron heridas y con pronóstico leve. La fuerza de la explosión hizo retumbar las viviendas situadas en cientos de metros a los alrededores, sembrando el pánico entre los residentes del distrito de Çukurambar, que pensaron que se trataba de una bomba.