Un ejemplar del Corán del siglo XV escrito por el caligrafista Sukrullah Khalifah ha regresado 54 años después al Palacio Topkapı de Estambul, de donde desapareció tras ser trasladado a un museo en Bursa en 1964.
El Corán, fechado en el año 1494 en Constantinopla (la moderna Estambul), había permanecido en las dependencias del museo del Palacio Topkapı, pero en el año 1964 fue cedido al Museo de Arte Islámico de la provincia de Bursa, en el noroeste de Turquía, con autorización del Ministerio de Cultura.
Sin embargo 24 años después, en 1988, los responsables del museo de Bursa se dieron cuenta de que el manuscrito había desaparecido. Desde entonces las autoridades turcas habían estado tratando de recuperar el valioso ejemplar, de 524 años de antigüedad.
A raíz de que la historia se publicase en los medios de comunicación, los hijos del caligrafista Ziya Aydın informaron a las autoridades que su padre había comprado el Corán a un coleccionista varios años atrás. Tras contactar con el ministro de Cultura Numan Kurtulmuş, el Corán fue finalmente devuelto al museo de Topkapı el pasado 24 de mayo, según confirmó al diario turco Hürriyet su director, Mustafa Sabri Küçükaşçı.
“Si este Corán no hubiese sido guardado por el caligrafista Ziya Aydın, probablemente habría acabado en una biblioteca en Europa. Le transmitimos nuestra mayor gratitud a la familia Aydın”, dijo Küçükaşçı.
“Fue comprado a un bibliófilo en 1967 ó 1968. Nosotros, como familia, no comerciamos con objetos islámicos, así que lo guardamos durante muchos años. Mi padre era un calígrafo. Cuando vi la noticia, llamé al ministro y le dije 'es un objeto registrado, no ha desaparecido'. Él pidió que fuera mostrado en el museo (Topkapı) y nosotros lo entregamos”, explicó por su parte uno de los hermanos Aydın.
La investigación abierta por el Ministerio de Cultura y Turismo determinó que tras ser cedido al museo de Bursa, el ejemplar del Corán fue sacado de las dependencias del mismo sin autorización y añadido a una colección privada. Finalmente se estableció que los funcionarios del museo responsables de su desaparición deberían pagar una multa equivalente al valor del manuscrito.
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