Los cuerpos de tres inmigrantes encontrados muertos por congelación en la provincia turca de Edirne, cerca de la frontera con Grecia, han vuelto a sacar a la luz la práctica recurrente de las autoridades griegas de devolver en dirección a Turquía a los inmigrantes ilegales que cruzan su frontera, algo que resulta ilegal bajo las leyes internacionales.
Aunque aún está pendiente de practicárseles la autopsia, los primeros indicios apuntan a que los inmigrantes –todos ellos hombres- murieron de congelación. Se da la circunstancia añadida además de que fueron encontrados sin pantalones ni zapatos, lo que recuerda a otros incidentes similares en los que los inmigrantes han sido expulsados de Grecia sin ropas para evitar su regreso.
El primer cuerpo fue encontrado por un pastor turco en una zona rural cerca del pueblo de Serem, a apenas dos kilómetros de la frontera griega, quien alertó a las autoridades. Se cree que la víctima era de origen afgano.
Posteriormente patrullas de la gendarmería turca localizaban también cerca de la frontera otros dos cuerpos sin vida cerca de los pueblos de Akçadam y Adasarhanlı. Se cree que las víctimas murieron por congelación, pero no está claro si todas ellas formaban parte de un mismo grupo.
La gendarmería turca detuvo cerca de la frontera con Grecia a un inmigrante de Afganistán, Afghan Jamaluddin Malangi, de 29 años de edad, quien contó a periodistas turcos que conocía a una de las víctimas. Según su versión, cruzaron a Grecia atravesando el río Meriç –que sirve de frontera natural entre ambos países- pero fueron más tarde detenidos por la policía griega, que los subió a dos botes y los obligó a entrar de nuevo en Turquía.
“Nos desplazamos hacia un pueblo (griego) cerca del bosque. Pedimos ayuda a los habitantes llamando a la puerta de sus casas... Entonces, la policía griega vino y nos capturó. Primero nos llevaron a la comisaría y luego a la ribera del río. Nos obligaron a subir a unos botes y nos devolvieron (a Turquía)”, contó Malangi.
Este afgano aseguró a los gendarmes turcos haber visto a uno de los inmigrantes que fueron encontrados muertos en Turquía por congelación en el cuartel de la policía a donde fueron llevados, antes de ser obligados a cruzar de vuelta la frontera.
Malangi afirmó que las patrullas griegas de la frontera no tienen piedad y calificó de “entristecedor” el trato recibido en Grecia tras haber atravesado toda Asia huyendo de Afganistán; por contra, alabó la actitud “compasiva” mostrada por los gendarmes turcos que le detuvieron.
La práctica conocida como “devolución en caliente” de los inmigrantes que cruzan la frontera es ilegal bajo las convenciones internacionales, pero no es la primera vez que Grecia es acusada de llevarla a cabo, a pesar de que oficialmente las autoridades griegas nunca la han reconocido.
La prensa turca asegura, basándose en cifras no oficiales, que sólo el año pasado cerca de 4.000 inmigrantes fueron devueltos “en caliente” por Grecia siguiendo esta práctica ilegal, a la que se suman otras constatadas por las propias autoridades turcas, como la costumbre de los guardacostas griegos de pinchar los botes de los inmigrantes que cruzan el Egeo para evitar que lleguen a la orilla. Los policías y soldados griegos también han sido acusados a menudo de robar las pertenencias de los inmigrantes y de torturarlos.
Edirne constituye un importante punto de paso para los inmigrantes ilegales que quieren llegar a territorio de la Unión Europea cruzando hacia Grecia o Bulgaria. Durante los 10 primeros meses de 2018, las autoridades turcas han capturado a cerca de 60.000 inmigrantes en esta provincia, una cifra que probablemente superará los 70.000 a finales de año.
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