El primer ministro griego Alexis Tsipras realizó el miércoles una visita simbólica a Estambul y a la antigua basílica bizantina –más tarde reconvertida en mezquita y hoy día un museo- de Santa Sofía, como parte de su visita oficial a Turquía, país vecino de Grecia pero a menudo objeto de numerosas disputas pese a los estrechos lazos culturales e históricos que unen a ambos.
El portavoz presidencial turco Ibrahim Kalın acompañó a Tsipras durante su recorrido por el templo cristiano construido por el emperador romano Justiniano I, símbolo de la antigua Constantinopla –la moderna Estambul- y que fue reabierto en 1935 por Atatürk como un museo aconfesional.
Tsipras también realizó una histórica visita al antiguo seminario greco ortodoxo de Halki, situado en la isla de Heybeliada –una de las llamadas Islas de los Príncipes, frente a las costas de Estambul- y que recibió la primera visita de un mandatario heleno en varias décadas. Allí, el primer ministro griego tuvo ocasión de participar en una ceremonia religiosa cristiana dirigida por el Patriarca Greco Ortodoxo de Estambul, Bartolomé I.
Fundado en 1844, el seminario de Halki fue la principal escuela teológica para el clero greco ortodoxo y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (la moderna Estambul) hasta la ley que en 1971 colocó todos los centros de formación religiosa de cualquier confesión bajo control del Estado turco.
El debate sobre la reapertura como edificio religioso del edificio, que actualmente funciona como museo, ha estado en el centro de todas las disputas entre Atenas y Ankara y ha sido un obstáculo incluso en las negociaciones de adhesión de Turquía a la Unión Europea.
El martes, el propio presidente turco Tayyip Erdoğan volvió a insistir sin embargo que la reapertura del seminario griego como escuela religiosa está condicionada a la mejora de las condiciones de la minoría musulmana en Tracia Occidental, una región del noreste de Grecia donde reside una importante minoría turca remanente de la disolución hace un siglo del Imperio Otomano.
De hecho junto con las tensiones por la delimitación de las fronteras entre ambos países en el Egeo, y la división de la isla de Chipre, la situación de la minoría turca en Grecia –estimada en unos 150.000 miembros- es desde hace décadas uno de los temas “tirantes” entre ambos países vecinos, y Ankara reclama a Atenas que la minoría turca pueda elegir libremente a sus propios líderes religiosos (muftís).
Grecia debe entregar a Turquía a los militares golpistas
Tsipras, que se reunió el martes en Ankara con Erdoğan, recibió del presidente turco de nuevo la exigencia de que Grecia extradite a 8 soldados turcos que huyeron al país vecino tras el fracaso del golpe de Estado de 2016, y que solicitaron asilo a las autoridades griegas. El primer ministro griego reiteró sin embargo la postura del gobierno heleno de pleno rechazo a la intentona golpista, pero también de respeto al proceso judicial y a la decisión de los tribunales griegos con respecto al caso.
No obstante ambos mandatarios subrayaron el compromiso de ambos gobiernos de contribuir a la desescalada de tensión en el Egeo y a la mejora de la confianza entre ambos países, subrayando Tsipras que las diferencias con Turquía “pueden y deben resolverse a través del diálogo”.
Ambos países ya habían de hecho expresado su deseo mutuo de abrir una nueva página en sus relaciones bilaterales a raíz de la también histórica visita que realizó Erdoğan a Atenas en diciembre de 2017, la primera de un presidente turco a Grecia en 65 años.
Tsipras: La UE debe hacer más por ayudar a Turquía con los refugiados
Durante una entrevista concedida a la agencia estatal turca de noticias Anatolia antes de reunirse con Erdoğan, Tsipras también había manifestado que la Unión Europea debe hacer más por apoyar a Turquía, que con más de 4 millones de refugiados –la mayoría sirios- es el país con más refugiados del mundo.
“Creo que Turquía ha asumido la enorme carga de albergar a 4 millones de refugiados. Eso siempre debería reconocerse por parte de la comunidad internacional, y la UE debería hacer todo lo posible por apoyar a su vecino”, recalcó Tsipras, cuyo país a menudo ha sido criticado por el trato y las condiciones que dispensa a los refugiados que llegan a su territorio.
Turquía y la UE firmaron en marzo de 2016 un acuerdo para solucionar la crisis de la llegada masiva de refugiados a Europa que incluía un mayor control de las fronteras por parte de Ankara para frenar el flujo de inmigrantes, a cambio de que los 27 acelerasen las negociaciones de adhesión e iniciasen el proceso para eximir de visado a los ciudadanos turcos.
La UE se comprometió también a proporcionar 6.000 millones de euros en fondos de ayuda a Turquía para la atención a los refugiados; una cantidad no obstante mínima si se tiene en cuenta que, desde el estallido en 2011 de la guerra civil siria y la llegada de los primeros sirios a Turquía, el Estado turco ha gastado más de 28.000 millones de euros de sus propios fondos en ayuda a los refugiados.
A pesar de ello, la UE suspendió las negociaciones de adhesión tras el intento de golpe de Estado que sufrió Turquía en 2016, y sigue sin haber avances en las negociaciones de visado. Y en cuanto al pago de los fondos, Bruselas pagó el primer tramo de 3.000 millones para 2016-2017 y prometió pagar la segunda parte en 2018, pero a día de hoy no ha entregado a Turquía ni una tercera parte de los otros 3.000 millones de euros que restan.
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