El ministro de exteriores armenio, Zohrab Mnatsakanyan, anunció este lunes su dimisión una semana después de que Armenia firmase un "doloroso" acuerdo de paz con Azerbaiyán que supuso una capitulación de facto, y en el que cede la mayoría de los territorios ocupados en Karabaj a cambio del cese de las hostilidades iniciadas a finales de septiembre.
Desde la firma del acuerdo las protestas y las peticiones de dimisión del primer ministro Nikol Pashinyan han sido diarias en la capital del país, Ereván, donde miles de manifestantes se concentran cada día acusando a de "traidor" Pashinyan, quien ha reconocido que de no firmarse el acuerdo, Armenia habría perdido todo Karabaj en cuestión de días.
El tratado mediado por Rusia cambia por completo el mapa del Cáucaso Sur y supone que la mayor parte de los territorios ocupados por Armenia a Azerbaiyán en los años 90 pasen de nuevo a estar bajo control de Bakú, salvo una región central en torno a Stepanakert y parte de los territorios históricos de Karabaj.
El presidente azerí, Ilham Aliyev, llegó a afirmar que Pashinyan sirvió tanta vergüenza al firmar que se negó a hacerlo frente a él y al presidente ruso Vladimir Putin, mediador en el conflicto, asegurando que el primer ministro armenio no tuvo más remedio que firmar lo que "esencialmente es una capitulación" presionado por las victorias militares de Azerbaiyán.
El exjefe de los servicios secretos, acusado de intentar asesinar al primer ministro
Prueba de la gran tensión que se vive en Armenia desde la firma del acuerdo con Azerbaiyán es el hecho de que el exjefe de los servicios secretos de Armenia y actual líder opositor, Artur Vanetsyan, fuese arrestado el sábado acusado de planear un complot para asesinar al primer ministro Pashinyan y hacerse con el poder.
En la misma noche en que se anunció la firma del acuerdo, los manifestantes asaltaron el parlamento armenio y llegaron a linchar al presidente de la cámara, que acabó inconsciente y en el hospital. Otros edificios gubernamentales fueron también asaltados por los manifestantes, furiosos especialmente después de que durante semanas Pashinyan -como reconoció más tarde- ocultase la información real sobre la situación militar en Karabakh y las carencias de su ejército para hacer frente a las fuerzas armadas de Azerbaiyán, mucho mejor equipadas.
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