Varios terremotos de entre 5,2 y 4,8 grados en la escala Richter sacudieron este lunes la región del Egeo y especialmente la provincia turca de İzmir, que ya sufrió hace unos meses un violento seísmo de 6,6 grados que causó la destrucción de varios edificios dejando un saldo de más de un centenar de muertos en la tercera ciudad más grande de Turquía.
Según informó la Agencia de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía (AFAD), el primero de los temblores se detectó a las 8:46 de la mañana hora local (6:46 CET) frente a las costas de la península de Karaburun, situada al oeste de la ciudad de İzmir, alcanzando una magnitud de 5,2 grados en la escala Richter y produciéndose a 20 kilómetros bajo la corteza terrestre.
Sólo un minuto después se registraba un segundo seísmo que alcanzaba los 4,8 grados y que se producía a sólo 7 kilómetros de profundidad; posteriormente se produjeron al menos otras tres réplicas con una magnitud de entre 4,7 y 4,8 grados. Por último a las 11:35 hora local (9:35 CET) se detectaba un tercer terremoto a sólo 3,42 kilómetros de profundidad y con una intensidad de 5,1 grados.
Tras estos temblores los sismógrafos detectaron varios seísmos de magnitud menor -en torno a los 2 grados de intensidad- que gradualmente se fueron alejando del epicentro del primer terremoto, que se situó frente a las costas de la isla griega de Lesbos.
Una falla frente a la isla griega de Lesbos causa los seísmos
Tanto el terremoto principal como las sucesivas réplicas pudieron sentirse en otras provincias del oeste de Turquía, incluyendo Çanakkale y Balıkesir, haciendo que algunas personas salieran a la calle por temor a que se produjeran derrumbes. No obstante los informes de las autoridades señalan que por ahora no hay registros de víctimas o daños materiales, según informó el ministro turco de Medioambiente y Urbanismo, Murat Kurum.
Según los expertos, esta cadena de terremotos se habría producido como consecuencia de una ruptura de una línea de falla situada cerca de la isla de Lesbos, a unos 370 kilómetros al norte de Karaburun, en una zona del Egeo donde también se desató otro seísmo de 6,3 grados en 2017 que causó graves daños en la isla, aunque no así en Turquía.
Esta línea de falla, que cruza frente a la costa sur de Lesbos de noroeste a sureste, tiene el potencial de generar seísmos de hasta 6,6 grados de intensidad (como el que afectó hace unos meses a İzmir); no obstante los sismólogos destacan que la península de Karaburun cuenta con edificios sólidos construidos sobre cimientos de roca, lo que puede explicar que no se hayan registrado daños de consideración en la zona.
Turquía es uno de los países más activos sísmicamente del mundo, cruzado por varias fallas activas, y es frecuente que sufra terremotos periódicamente. A finales de octubre de 2020 la ciudad de İzmir sufrió un terremoto de 6,6 grados -en aquel caso con epicentro al norte de la isla griega de Samos, al sur de la península de Karaburun- que derrumbó varios edificios en la tercera urbe más poblada del país, causando 116 muertos y más de un millar de heridos.
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