El ejemplo de la revuelta popular que ha puesto fin a décadas de dictadura de facto en Túnez se extiende por otros países árabes como Egipto, Jordania, Yemen o la vecina Argelia, donde cuatro personas se han quemado a lo bonzo imitando al joven tunecino que dió origen a las protestas.
Al menos cuatro argelinos se han quemado a lo bonzo en los últimos cinco días en casos que recuerdan al suicidio también a lo bonzo de un joven tunecino que inició las protestas que acabaron con el derrocamiento del presidente Ben Ali. Argelia ha sido escenario de violentas manifestaciones en varias ciudades en las últimas semanas por los altos precios de los alimentos, el desempleo, y la pobreza, protestas que se iniciaron después de las que comenzaron en Túnez pero que tienen el mismo carácter expontáneo y de descontento social, al igual que ya está ocurriendo en otros países árabes, donde la crisis económica se ha unido a una subida exagerada del precio de los alimentos, una población mayoritariamente muy joven y culta que no ve perspectivas de futuro, y unos gobiernos donde el nepotismo y la corrupción son la tónica dominante, en muchos casos con el apoyo de Occidente.
Según las autoridades argelinas, en las últimas semanas dos personas han muerto y decenas más han resultado heridas por los disturbios en el país, aunque se trata únicamente de cifras oficiales. En un intento de calmar las protestas el gobierno del presidente Buteflika fijó por decreto el precio de algunos productos básicos como el azúcar o el aceite, pero las protestas han continuado.
Las protestas en Túnez fueron desatadas por la muerte del comerciante Mohamed Bouazizi de 26 años, quien se convirtió en un mártir para los manifestantes cuando pereció semanas después de quemarse a lo bonzo porque la policía le había confiscado su pequeño puesto de verduras con el que pretendía sacar un poco de dinero para poder ayudar a su familia.
La caída de Ben Ali, la primera vez en generaciones que un líder árabe es derrocado por protestas públicas, ha enviado una severa advertencia a otros países donde las protestas son cada vez más crecientes y los manifestantes hacen ver claramente que lo ocurrido en Túnez es para ellos un modelo a seguir.
También en Egipto y Mauritania
El ejemplo tunecino cunde también en países distantes como Mauritania, donde un empresario de unos 40 años procedente de una familia rica, Yaghoub Ould Dahoud, se prendió fuego delante del palacio presidencial de la capital, Nuakchot, en protesta por el presunto maltrato del gobierno hacia su tribu. Ould Dahoud, que pudo ser finalmente rescatado de las llamas pero sufre graves quemaduras, afirmó que protestaba por "la situación política del país y por la ira contra el régimen".
También en Egipto, el propietario de un pequeño restaurante se prendió fuego cerca del parlamento para protestar por las deficientes condiciones de vida. La víctima, Abdo Abdelmoneim, se roció con gasolina y se prendió fuego en el momento en que varias personas intentaban aproximarse a él en señalr de protesta porque las autoridades no le habían dado los cupones necesarios para poder comprar pan.
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