El ministro del Interior interino de Turquía, Selami Altınok, anunció el sábado que el gobierno contratará a otros 5.000 guardias rurales para combatir la presencia del grupo terrorista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las provincias del este y sureste del país, después de que en los últimos meses se hayan recrudecido los ataques por parte de la organización armada tras el fin del alto al fuego.
Según explicó Altınok durante un acto celebrado el fin de semana en la provincia anatolia de Aksaray, los nuevos guardias reclutados serán desplegados en 22 provincias de la región en las que las fuerzas de seguridad turcas combaten al PKK.
“La República de Turquía puede eliminar este problema (del terrorismo), y está determinada a abordarlo. La lucha contra el terrorismo se mantendrá hasta que la organización terrorista PKK deponga las armas”, subrayó el ministro. “Siguiendo las instrucciones del primer ministro turco, vamos a empezar a contratar a casi 5.000 guardias rurales en las 22 provincias del este y el sureste para ser más efectivos”, confirmó Altınok.
La Guardia Rural –oficialmente Geçici ve Gönüllü Köy Korucuları o “Guardias Rurales Voluntarios y Temporales”- fue fundada en 1985 para permitir a los habitantes de las zonas rurales de mayoría kurda del sureste de Turquía defenderse de la presencia del PKK en la región, y ayudar al ejército turco en la lucha contra este grupo armado, considerado una organización terrorista por la Unión Europea.
Se trata de una milicia paramilitar integrada principalmente por aldeanos kurdos a los que arma el Estado, y que actúan como "fuerzas auxiliares" de apoyo a las fuerzas de seguridad turcas, siendo su papel a menudo fundamental debido a su conocimiento de primera mano de la región y el terreno en el que actúan. Si bien el gobierno llegó a emplear a unos 80.000 guardias rurales, su número actual es según los registros oficiales de unos 46.000 efectivos.
No obstante y pese a su importante papel en la lucha contra el PKK, este cuerpo a menudo ha estado rodeado de controversia por su condición de fuerza paramilitar reclutada entre el campesinado local, especialmente a raíz de la Masacre de Mardin de 2009, cuando varios aldeanos kurdos –algunos de ellos empleados como guardias rurales- mataron a 44 personas durante una disputa familiar entre clanes.
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