El presidente ruso Vladimir Putin ordenó el miércoles la reanudación completa de las relaciones comerciales bilaterales con Turquía tras conversar por teléfono con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdoğan, una medida que parece poner punto y final a la crisis abierta entre ambas naciones.

El mandatario ruso también decretó el levantamiento de todas las restricciones impuestas por Moscú para que los ciudadanos turcos pudiesen viajar a Turquía de vacaciones. Hace sólo unos días el gobierno ruso ya había puesto fin a la prohibición de conceder permisos de trabajo a los ciudadanos turcos que trabajasen en empresas turcas con sede en Rusia.

Putin telefoneó el miércoles a Erdoğan en la que fue su primer contacto directo desde la crisis surgida a finales de noviembre de 2015, cuando el ejército turco derribó un caza SU-24 ruso que se había internado en territorio de Turquía mientras realizaba bombardeos sobre una región del noroeste de Siria próxima a la frontera turca.

Durante la llamada telefónica, ambos líderes acordaron reunirse en persona en la próxima cumbre del G20 prevista para el mes de septiembre en China. Fuentes presidenciales turcas confirmaron a los medios que la conversación había sido positiva y que Putin le ofreció al presidente turco sus condolencias por los atentados que sacudieron el martes por la noche el principal aeropuerto de Estambul.

La Oficina de la Presidencia de la República Turca informó posteriormente en un comunicado que ambos líderes habían expresado su determinación en restaurar la normalización de las relaciones bilaterales dando los “pasos necesarios” para ello, así como en la lucha conjunta contra el terrorismo.

Según un comunicado emitido por el Kremlin, la carta de condolencias enviada esta semana por el presidente turco en la que expresaba su pesar por el incidente ocurrido en noviembre ha servido de fundamento para poner fin a la crisis entre los dos países. No obstante el propio Putin declaró el miércoles en una reunión con varios ministros televisada que la actual situación era perjudicial tanto para Rusia como para Turquía, subrayando la necesidad de que ambos países abran una nueva página en sus relaciones y trabajen como dos importantes potencias de la región.