Las fronteras de Turquía permanecerán abiertas para los refugiados que quieran entrar en Europa, aseguró este viernes el presidente turco Recep Tayyip ErdoÄŸan a su regreso de Moscú tras haber firmado con su homólogo de Rusia Vladimir Putin un acuerdo para un alto al fuego en Siria.
"¿Están las fronteras abiertas o cerradas? No tenemos tiempo para seguir discutiendo esto. Está hecho. Los refugiados se están marchando por su propia cuenta", contó el presidente turco a los periodistas que le acompañaban a bordo del avión presidencial, insistiendo en que Turquía se limita a dejar libertad a los refugiados para que vayan donde quieran.
Si bien reconoció que el problema de la migración es uno de los más importantes que ha causado la guerra en Siria, ErdoÄŸan reiteró que Turquía no puede seguir ocupándose por sí sola de millones de refugiados: "Supongamos que todas estas personas (de Idlib) entran en Turquía. Esto significa de 5 a 5,5 millones de refugiados. ¿Cómo podría Turquía manejar esta situación? Teníamos que parar esto, y (con el acuerdo con Rusia) lo hemos hecho".
ErdoÄŸan: "Los políticos griegos deberían saber que la vida humana no es barata"
El presidente turco explicó además por qué se había negado a aceptar la sugerencia del primer ministro búlgaro Boyko Borisov de celebrar una reunión trilateral con Grecia, una idea que rechazó por el maltrato que la policía griega da a los migrantes y refugiados que cruzan su frontera.
"Grecia persigue a estas personas. Hasta donde yo sé, han matado al menos a 5 refugiados. Además, han pinchado botes de goma con migrantes (en el Egeo) para hundirlos, lo que es una práctica cruel", señaló ErdoÄŸan. "Estos políticos deberían saber que la vida humana no es barata", añadió refiriéndose al primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis.
Pese a la política de "mano dura" con los refugiados del actual ejecutivo de Atenas, miles de griegos recorrieron el jueves por la noche las calles de la capital helena y marcharon hacia el parlamento en apoyo a los refugiados y coreando eslóganes contra la Unión Europea y sus políticas migratorias, portando pancartas en las que podían leerse eslóganes como "Griegos y extranjeros pueden trabajar juntos" o "Muerte al fascismo".
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