El presidente de Turquía, Tayyip Erdoğan, insistió este miércoles en que “no hay vuelta atrás” en la política de intereses bajos que mantiene su gobierno, y que asegura que ayudará a sacar al país de la espiral de tasas de cambio, inflación y tipos de interés: todo ello a pesar de las consecuencias que esta política está teniendo para la divisa nacional, la lira turca, que continúa desplomándose en los mercados y se cambia ya a razón de más de 15 liras por cada euro.
“Estamos haciendo lo correcto. Hemos llevado a cabo y estamos llevando a cabo un plan arriesgado políticamente, pero correcto”, aseguró Erdoğan durante un discurso pronunciado ante diputados de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en la sede del parlamento en Ankara. Según explicó el Presidente de la República, Turquía está “luchando contra el lobby de los tipos de interés” y contra los “enemigos de la producción y el empleo”.
“Hemos abandonado la política monetaria basada en tipos altos de interés, y en lugar de eso hemos cambiado a una estrategia de crecimiento basada en inversiones, empleo, producción y exportaciones”, recalcó Erdoğan. “Nuestro país no regresará al sistema de explotación (...) basado en tipos elevados de interés”, añadió.
La guerra de Erdoğan contra los tipos de interés altos
Erdoğan ha sido el principal defensor de la política de tipos de interés bajos por parte del Banco Central Turco, que ha seguido recortando los tipos de interés para estimular el crecimiento de la economía turca: ello a pesar de que la inflación ronda el 20%, lo cual requeriría una política monetaria más estricta; sin embargo, en los últimos dos meses el Banco Central ha recortado su tipo de referencia a una semana en 400 puntos básicos hasta el 15%, y se espera que antes de finalizar el año aplique nuevos recortes.
El presidente turco es partidario de la opinión de que mantener los intereses de préstamo en niveles altos perjudica el crecimiento económico y destruye la producción nacional, haciendo permanente la inflación estructural al incrementar los costes de producción, y sostiene que son los intereses altos los que incrementan la inflación, y no al revés.
Desde su gobierno, argumentan que aunque a corto plazo haya que pagar un precio, el estímulo económico que implica una política monetaria de intereses bajos acaba fomentando las exportaciones, el crédito, el empleo y el crecimiento del PIB, acabando teóricamente con las causas primarias de la inflación.
Sólo en 2021, la lira turca ha perdido más del 30% de su valor
El “precio” sin embargo de esta arriesgada apuesta está siendo una inflación desbocada, y una lira turca que ha perdido más de un 30% de su valor sólo este año, y que se cotiza ahora mismo a razón de más de 15 liras por cada euro, cuando hace sólo 5 años (en 2016) una lira turca se cambiaba por poco más de 6 euros.
Pese a todo, Erdoğan insistió hoy ante su partido en que “no hay vuelta atrás” asegurando que “nuestro país está ahora en un punto en el que puede salir de esta espiral”. “Al igual que no hemos dado marcha atrás en ninguno de los caminos que hemos emprendido hasta ahora, si Dios quiere, tampoco regresaremos de este camino”, volvió a hacer hincapié el mandatario turco.
Refiriéndose a las preocupaciones de la opinión pública turca por la volatilidad de la lira en los mercados, Erdoğan dijo comprenderlas pero insistió en que “el mundo sabe lo incómodo que me siento con los tipos de interés altos. Nunca he sido partidario de los intereses elevados: no lo soy hoy, y no lo seré mañana”. Respecto a los problemas que atraviesa la lira turca, el presidente dijo que la cotización de la divisa turca no cae por problemas en la economía turca, y aseguró que la caída en los mercados de la lira es temporal.
“Los llamados tipos de cambio (de las monedas) suben hoy, y caen mañana. La inflación sube hoy, y cae mañana”, dijo Erdoğan volviendo a insistir una y otra vez en que no habrá vuelta atrás en la política de intereses bajos en Turquía. Pese a ello, poco antes de su discurso el Banco Central Turco se vio obligado a intervenir en los mercados vendiendo parte de sus reservas en divisas extranjeras -algo que no hacía desde 2014- para apoyar a la lira turca ante el desplome de su cotización frente al dólar y el euro.
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