Hoy se cumple un año desde que el ministro de Salud de Turquía, Fahrettin Koca, anunciara a primera hora de la mañana del 11 de marzo de 2020 el primer caso de coronavirus detectado en Turquía, país que hasta entonces había permanecido a salvo de la pandemia de COVID-19, que hasta hoy ha infectado a más de 2,8 millones en el país y causado la muerte de más de 29.000 personas.
El “paciente cero” de Turquía fue un ciudadano turco que se contagió en un viaje a Europa y que a su regreso fue detectado y puesto bajo cuarentena; al anunciar el primer caso, el ministro de Salud aseguraba entonces que “el coronavirus no es lo bastante fuerte como para atravesar las medidas tomadas por Turquía", y anunciaba nuevas restricciones: el cierre de los colegios y la suspensión de todos los vuelos internacionales llegaba el 16 de marzo; pero para el 17 de marzo se registraba ya la primera muerte por el virus. Sería la primera de miles.
Posteriormente llegarían otras medidas como el uso obligatorio de mascarilla y el mantenimiento de la distancia social, el cierre de cines, bares, cafetería y restaurantes, los partidos de fútbol a puerta cerrada, la suspensión de la liga en varios deportes, las restricciones al viaje entre ciudades, o los toques de queda.
A mediados de abril ya se registraban cerca de 12.000 contagios diarios, pero las medidas comenzaron a surtir efecto: un mes después el número de infecciones diarias había bajado a menos de 3.000 al día.
Más de 10 millones de personas han sido vacunadas en Turquía
Un año y tres olas de la pandemia después, la llegada de las vacunas contra el coronavirus ha traído cierto alivio a la situación; actualmente son ya 10,4 millones de personas las que han sido vacunadas contra el SARS-CoV-2, incluyendo 2,6 millones que han recibido también la segunda dosis. Turquía supera ya en tasas de vacunación a la mayoría de sus vecinos de Europa, y el gobierno asegura que para finales de mayo habrá vacunado a 52,5 millones de ciudadanos.
Con los contagios estabilizados en torno a los 3.000 diarios, hace sólo unos días el ejecutivo turco anunciaba además un plan de desescalada hacia una paulatina “normalización”, aliviando las restricciones y los toques de queda y reabriendo restaurantes y cafeterías así como los colegios, aunque sólo en las provincias que no están calificadas de riesgo muy alto de contagio.
Preocupación por el aumento de casos y las nuevas cepas del virus
Sin embargo en los últimos días muchos expertos están alzando la voz de alarma ante lo que parece un evidente aumento de los contagios que podría ser el anticipo de una cuarta ola de la pandemia. Tras varios días con las tasas de contagio rondando los 11.000 casos diarios, el 9 de marzo se registraban 13.700 nuevas infecciones, y al día siguiente se alcanzaba un récord desde el 1 de enero: más de 14.500 contagios diarios.
Y es que aunque las muertes diarias por la pandemia parecen haberse estabilizado, el aumento evidente en los contagios preocupa y los virólogos creen que muchas ciudades del oeste del país -las más pobladas- podrían verse pronto obligadas a reintroducir cierres, restricciones, toques de queda y otras medidas si la situación no da un giro, algo que parece poco probable.
A juicio del ministro turco de Salud, el rápido crecimiento en los contagios se debe muy probablemente a la propagación de las nuevas cepas del virus, que presentan mayores tasas de infectividad. “Aunque esto no afecta a la hospitalización de forma paralela, tiene el potencial de provocar más casos, y por tanto más pacientes”, advirtió Koca, quien recordó que por ahora las medidas de contención y la vacuna son las únicas armas frente a las nuevas variantes.
Según informó el ministro, por ahora se han detectado 41,488 casos de coronavirus en Turquía pertenecientes a la cepa británica en 76 de las 81 provincias del país; así mismo se han confirmado 61 casos de la cepa sudafricana en 9 provincias, 2 casos de la nueva variante de California-Nueva York, y un solo caso de la cepa brasileña del virus.
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