Aunque la noticia del rescate bancario de España por hasta 100.000 millones de euros para tapar el insostenible agujero de su sistema financiero ha sido la "bomba" que ha copado portadas en varios medios de comunicación por afectar a uno de los grandes países de la Eurozona, el caso español no es el único entre los países euro de un sistema bancario al borde del abismo que podría necesitar de la ayuda de la UE y el FMI.
Al menos eso es lo que parece entenderse a tenor de los datos económicos que llegan desde Chipre y de las declaraciones hechas esta semana por Christos Christofides, portavoz del gobierno grecochipriota, que reconocía abiertamente que la posibilidad de que el país tenga que acabar recurriendo a la ayuda de sus socios europeos para salvar del colapso su sistema bancario -amenazado por su exposición a la deuda griega- es una opción cada vez más real.
"La posibilidad de acudir al mecanismo de estabilidad financiera para apoyar al sistema bancario (grecochipriota) debido a los problemas creados por la excesiva exposición de nuestros bancos a Grecia, es una posibilidad muy seria", declaraba a la prensa Christofides admitiendo por primera vez lo que en muchos círculos hace tiempo que es un rumor cada vez más intenso. El portavoz grecochipriota añadía que su gobierno estaba tratando de hacer todo lo posible para evitar tener que recurrir a esa ayuda, buscando un préstamo "de donde sea", incluyendo países como Rusia, que habría prestado 2.500 millones de euros al ejecutivo de Nicosia a bajo interés para cubrir sus necesidades de financiación durante al menos un año.
La economía de Chipre, que entró en la UE en 2004 y adoptó el euro el 1 de enero de 2008, tiene una alta dependencia de los ingresos por turismo -muy afectados por la estabilidad política en la región- y de su vecina Grecia, su principal socio comercial. La recesión económica y las dificultades de sus hermanos griegos del continente han pasado factura en el sur de la dividida isla mediterránea, donde el desempleo ha alcanzado niveles récord y el gobierno de izquierdas del presidente Christofias ha tenido que aceptar las exigencias de la Unión Europea para rebajar su déficit público este año por debajo del 3%, frente al 6,4% que registró en 2011.
Precisamente el sector financiero, otro de los principales pilares de la economía grecochipriota, es el que más se ha visto afectado por la enorme exposición de sus bancos a los activos en "deuda tóxica" (deuda con poca o muy poca probabilidad de ser cobrada) en Grecia. El gobierno de Nicosia ha intentado por todos los medios recapitalizar las entidades bancarias más afectadas y ya ha prestado 1.800 millones de euros al segundo mayor banco del país, Popular Bank (el más expuesto a la deuda griega), pero todo apunta a que la agitación que sufren los mercados y el propio euro estarían poniéndole las cosas más que difíciles al ejecutivo grecochipriota, que estarían encontrando serias dificultades para apoyar a su tambaleante sector bancario mientras intenta colocar su deuda y mantener al mismo tiempo su compromiso de déficit con Bruselas.
Pese a que hasta hace poco el discurso oficial en la Comisión Europea es que se confiaba en que Chipre podría evitar recurrir a un rescate de la UE siguiendo la estela de las reformas y el control presupuestario, el gobernador del Banco Central grecochipriota, Panikos Demetriades, hablaba abiertamente durante una entrevista publicada el pasado mayo por el Financial Times de que Nicosia estaba a punto de recurrir a la ayuda europea para hacer frente al rescate de sus bancos. La semana pasada la Comisión Europea reconocía también que el gobierno grecochipriota estaba afrontando "múltiples desafíos".
No está claro cuánto dinero haría falta para salvar a Chipre del colapso de su sistema bancario. Se estima que la exposición de los bancos grecochipriotas a los activos tóxicos de deuda en Grecia supera probablemente los 23.000 millones de euros, pero la cifra podría ser mayor, y tampoco es seguro que ese dinero bastase para evitar la quiebra de la banca del país. Si se tiene en cuenta que el Producto Interior Bruto (PIB) nacional apenas supera los 17.000 millones de euros al año, los "múltiples desafíos" a los que podría hacer frente Chipre parecen estar cada vez más claros.
Por ahora ni los bancos grecochipriotas ni el propio gobierno han sido capaces de obtener el dinero que necesitan en los mercados de deuda. No ayuda a ello una economía que se contrajo un 1,4% durante el primer trimestre de este año en relación a 2011, marcando así 12 meses seguidos de recesión y crecimiento negativo. Las previsiones oficiales del propio ejecutivo prevén que en el mejor de los casos la economía grecochipriota se hundirá de media un 0,5% durante este año.
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