El Parlamento Europeo rechazó el miércoles por un estrecho margen una propuesta para prohibir un aditivo usado en la popular industria del döner kebab -un alimento oriundo de Turquía- y considerado clave para el mismo: un veto que de haber salido adelante habría afectado a miles de propietarios de establecimientos de venta de kebabs en toda Europa.
El uso de fosfatos en la carne está prohibido por las leyes de la UE, pero los kebabs –definidos por la UE como “espetos de carne congelada en vertical”- habían quedado hasta ahora fuera de la prohibición debido que la Comisión Europea considera que el uso de fosfatos constituye una necesidad técnica para “mantener juntos los trozos de carne, permitiendo que se descongelen y se cocinen de forma homogénea en un espeto”.
Pese a ello, el uso de este aditivo fundamental para la supervivencia de la industria del kebab tal y como lo conocemos recibió un serio varapalo la semana pasada, cuando la Comisión de Salud y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo votó en contra el uso de fosfatos en los kebabs por 32 votos a favor y 22 en contra, alegando que este aditivo puede incrementar el riesgo de enfermedades coronarias, algo con lo que sin embargo no está de acuerdo la Comisión Europea. La industria del kebab por su parte subraya que los fosfatos son necesarios para mantener la carne sabrosa y tierna para el consumidor.
La propuesta para extender la prohibición del uso de fosfatos a la carne de kebab se votaba el miércoles en la Eurocámara y necesitaba de al menos 376 votos a favor para salir adelante, pero finalmente fue rechazada por un estrechísimo margen al recibir únicamente el apoyo de 373 eurodiputados, frente a 272 que votaron en contra y 30 que se abstuvieron.
La votación era esperada con ansia por la industria del döner kebab en toda Europa, y supone mantener el actual status en el que se permite el uso de ácido fosfórico, difosfatos, trifosfatos y polifosfatos como aditivos en la carne de kebab. Han sido los eurodiputados conservadores de la Eurocámara los que han frenado la prohibición, que han alegado que no hay pruebas claras del riesgo para la salud de los fosfatos –que sirven para retener el sabor y el agua en la carne- y que la cantidad que se ingiere a través de los kebabs resulta “insignificante”.
En declaraciones a la agencia de noticias Anadolu, Kenan Koyuncu, el presidente de la Asociación Alemana de Productores de Döner Kebab, recordó que unas 100.000 personas trabajan por todo el viejo continente en esta industria, valorada en unos 14.000 millones de euros, por lo que de salir adelante la medida decenas de miles de puestos de trabajo habrían corrido peligro.
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