El presidente tunecino, Zine al-Abidine Ben Ali, abandonó el poder el viernes y se marchó al exilio tras no conseguir acallar la peor oleada de protestas sociales contra su gobierno desde su llegada al poder en 1987, que ya ha provocado cerca de 70 muertos.
En un discurso televisado, el primer ministro, Mohamed Ghannouchi anunció que asumía la presidencia interina del país debido a que Ben Ali estaba temporalmente incapacitado para ejercer su cargo, al tiempo que prometió respetar la Constitución y restaurar el orden.
En el poder desde 1987, Ben Ali había declarado en las últimas horas el estado de emergencia por una ola de protestas sociales sin precedentes, advirtiendo que había ordenado a la policía disparar contra los manifestantes a la vez que el ejército y las fuerzas especiales comenzaban a patrullar las calles. "El estado de emergencia significa que cualquier reunión de más de tres personas está prohibida, y que las armas serán usadas por las fuerzas de seguridad en casos en que el sospechoso no pare cuando la policía se lo pida", dijo la televisión estatal.
Poco antes de que el primer ministro tunecino anunciara que asumía el cargo de presidente, Ben Ali había cesado a su gobierno y había convocado elecciones parlamentarias anticipadas para dentro de seis meses en un último intento de acallar las críticas y mantenerse en el poder, pero varios medios de comunicación ya habían adelantado en la mañana del viernes que la familia de Ben Ali había abandonado ya el país.
Ni siquiera su anuncio a última hora de que no volvería a presentarse a la reelección en 2014 consiguió acallar las protestas, que volvieron a repetirse el viernes por la mañana de nuevo también en la capital -hasta hace poco ajena a las manifestaciones- con miles de personas en las calles pidiendo la marcha de Ben Ali al grito de "asesino". Fuentes médicas aseguraron que al menos 12 personas murieron en enfrentamientos durante la noche en Túnez capital, así como en Ras Jebel, al norte del país. Aunque la cifra oficial de fallecidos es de 23 personas, organizaciones independientes tiene por ahora confirmadas por lo menos 66 muertes.
La prensa internacional en la zona también pudo constatar saqueos de supermercados y de varias tiendas, habituales en las últimas semanas debido a una inusitada subida de los precios de los alimentos más básicos que ha generado revueltas similares en la vecina Argelia, con un régimen semi-dictatorial muy similar y donde la población se queja de la falta de libertades, la escasez de trabajo y oportunidades para los más jóvenes, la corrupción generalizada y ahora además de la falta de recursos para conseguir alimentos.
Varios países, incluyendo Reino Unido y Estados Unidos, han aconsejado a sus ciudadanos que no viajen a Túnez debido a la tensión social y la inestabilidad política que vive el país, lo que pone en peligro el turismo, uno de los principales recursos económicos de Túnez. Varias agencias de viajes anunciaron la evacuación del país magrebí de miles de turistas europeos, fletando aviones para repatriarlos y cancelando otros vuelos previstos hacia Túnez.
De momento no hay un candidato obvio a sustituir a Ben Ali, que ha dominado la vida política en Túnez y apartado a sus rivales desde que se hizo con el poder en 1987, después de declarar al líder de la independencia, Habib Burguiba, médicamente incapaz para ejercer el cargo. Tampoco está nada claro hasta qué punto los que rodean a Ben Ali, el segundo presidente que ha tenido Túnez desde que se independizó de Francia, estaban dispuestos a ceder el poder a grupos opositores.
Por ahora el paradero del ya ex presidente tunecino es un misterio, aunque se especula con que pudiera haberse exiliado viajando en secreto a Francia.
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