El gobierno argelino prometió ayer acabar con el estado de emergencia que ha imperado en el país durante 19 años y dar más libertades políticas, en un intento por frenar las revueltas sociales que también han sacudido el país magrebí desde los disturbios que se iniciaron en Túnez.
El anuncio se produjo tras la presión de la oposición, que inspirada por los disturbios de Egipto y Túnez pidieron el fin de los poderes de emergencia y están planeando una protesta en la capital argelina para el próximo 12 de febrero. El gobierno ha utilizado el estado de emergencia para atribuirse poderes extraordinarios y luchar contra los activistas islamistas vinculados con Al Qaeda; pero la insurgencia ha disminuido, iniciando un debate público sobre si esos poderes están aún justificados.
El levantamiento del estado de emergencia se producirá en un "futuro muy próximo", dijo la agencia de noticias oficial argelina APS citando al presidente Abdelaziz Buteflika en una reunión con sus ministros. Así mimo el presidente argelino, en el poder desde hace casi 10 años tras el fin de la intervención de los militares en la política, ha dicho que se adoptarán nuevas medidas para promover la creación de empleo, particularmente grave entre los jóvenes argelinos, una cuestión que estuve tras el levantamiento popular en el vecino Túnez.
Buteflika, de 73 años, también ordenó que la televisión nacional y las emisoras de radio, actualmente controladas por el Estado, se abran a los partidos de la oposición. Sin embargo el presidente argelino dejo claro que habría un límite a las nuevas libertades políticas, incluída la libertad de manifestación.
El estado de emergencia imperaba en Argelia desde 1992, después de que el gobierno presionado por el ejército anulase unas elecciones legislativas en las que el partido islamista FIS estaba a punto de ganar. Desde entonces estalló una guerra civil no declarada en el país magrebí entre las fuerzas armadas y la insurgencia islamista que costó la vida a 200.000 personas.
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