Las hermosas terrazas de Pamukkale (“Castillo de Algodón”, en turco), una espectacular formación natural ubicada en la provincia turca de Denizli creada por las aguas termales a lo largo de miles de años, y situada al pie de la antigua ciudad de Hierápolis, han logrado auparse este año al número uno del ranking de lugares arqueológicos más visitados de Turquía, tanto por número de visitantes como por ingresos.
Así lo reflejan los últimos datos publicados por el Ministerio de Cultura y Turismo del país, que indican que un 9,6% más de turistas acudieron al conjunto formado por Pamukkale y Hierápolis, declarados ambos Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Entre enero y septiembre de 2014, 1.542.328 personas habían visitado el lugar, principalmente viajeros procedentes de Rusia y Alemania, pero también de Reino Unido, Japón, Corea del Sur, China y otros países asiáticos.
En declaraciones realizadas para la agencia Anatolia por Mehmet Korkmaz, director provincial de turismo y cultura, éste destacó que Denizli se está convirtiendo cada vez más en un importante destino turístico gracias al patrimonio histórico y cultural que ofrece la región.
“Teniendo en cuenta los datos de los últimos meses dados a conocer por el Ministerio, Pamukkale ha sobrepasado a Éfeso y se ha situado la primera entre los lugares arqueológicos (de Turquía)”, destacó Korkmaz, para quien las aguas termales del lugar son uno de los principales atractivos para los visitantes de otros países.
Las terrazas blancas de Pamukkale, de 160 metros de altura, son visibles desde varios kilómetros de distancia en el paisaje de Denizli. Las fuentes termales que han moldeado el paisaje durante miles de años eran conocidas ya desde la antigüedad por sus propiedades curativas, razón por la que en su cúspide se construyó la ciudad helenística de Hierápolis, que alcanzó su apogeo en época romana como lugar de descanso para las clases más acomodadas.
Es la presencia de altas cantidades de bicarbonatos y calcio, pero también de otros minerales, lo que ha ido formando con el paso de los siglos las grandes terrazas blancas de caliza y travertino que conforman el paisaje actual de Pamukkale. Las propiedades terapéuticas de sus aguas, que brotan con un caudal de 250 litros por segundo y cuya temperatura media oscila entre los 40 y los 50 grados (lo que permite caminar por ellas incluso en invierno), ya eran conocidas por los antiguos griegos, que atribuían sus beneficios a dioses como Asclepio o Apolo.
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