Las ruinas de la antigua ciudad de Ani, situada en la frontera entre Turquía y Armenia y reconocida por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad, reciben cada vez más turistas en gran parte debido al éxito del Expreso de Oriente, cuyos viajeros buscan precisamente visitar la que fuera capital del reino armenio de Bagrátida cuando está cubierta de blanco por la nieve.
Ubicada en un lugar privilegiado en una encrucijada de varias rutas comerciales, y protegida en su lado oriental por un profundo barranco formado por el río Arpaçay (Akhurian, en armenio) –un afluente del río Arasque sirve de frontera entre Turquía y Armenia-, Ani albergaba además de numerosos edificios religiosos varios palacios, y sus fortificaciones están consideradas entre las más avanzadas de su época.
Apodada como la “Ciudad de las 1001 iglesias” por el gran número de templos cristianos que llegó a albergar, Ani fue entre los años 961 y 1045 la capital del reino armenio Bagrátida, que llegó a extenderse por gran parte del este de Anatolia. No obstante el primer asentamiento en Ani se remonta hasta alrededor del año 3.000 antes de Cristo, convirtiéndose en hogar de numerosos pueblos y civilizaciones incluyendo persas, bizantinos, selyúcidas u otomanos.
Redescubierta en el siglo XIX por exploradores europeos, que contribuyeron a dar a conocer su existencia en Occidente, las ruinas más visitadas de Ani son, además de su famosa catedral, la iglesia de Georgia, la iglesia de San Gregorio de Tigran Honent, la iglesia del Redentor, la iglesia de San Gregorio de Abugham, la iglesia del rey Gagik de San Gregorio, el monasterio de las Vírgenes, la mezquita de Manuchihr, las murallas o las ruinas de la ciudadela.
Su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 15 de julio de 2016 contribuyó a aumentar el número de turistas tanto turcos como especialmente extranjeros interesados en visitar las ruinas de Ani, pero también –especialmente en los meses de invierno- la creciente popularidad del llamado Expreso de Oriente: la vieja línea ferroviaria que conecta Ankara con Kars.
El año pasado unos 320.000 turcos y extranjeros –muchos de ellos jóvenes- viajaron en el Expreso de Oriente, un 40% más que en 2016, y este año se prevé que sean el doble. Hasta hace pocos años, tomar un tren que emplea más de un día en recorrer unos 1.300 kilómetros atravesando una ruta a menudo sinuosa entre las montañas, podría haber parecido una locura para cualquiera que quisiera viajar a Kars, teniendo la opción de coger un avión.
Fue gracias a las experiencias compartidas en redes sociales como esta vieja línea de tren entre la capital turca y el extremo oriental de Anatolia se hizo popular, y en los últimos dos años la demanda no ha dejado de crecer.
Aunque la línea funciona los 365 días del año, es precisamente a finales del otoño y en invierno, cuando los paisajes de la región se cubren de blanco, cuando la mayoría de turistas prefiere realizar el trayecto para contemplar vistas increíbles de los paisajes nevados de Anatolia Oriental, atravesando campos, montañas, bosques, ríos, túneles y pueblos.
En declaraciones a la agencia de noticias turca Anatolia, el director de turismo y cultura de Kars, Hakan Doğanay, subrayó que Ani se está convirtiendo en “uno de los destinos turísticos más importantes de Turquía”, duplicando el número de visitantes desde su reconocimiento por la UNESCO hasta rondar los 90.000 al año.
“Hoy día sobreviven (en Ani) 21 estructuras restos de otras tantas civilizaciones. Ani fue la capital de varias civilizaciones en cuatro ocasiones a lo largo de su historia. Es una de las ciudades antiguas más grandes de Turquía. Con sus murallas de 4,5 kilómetros y su recorrido de 68 hectáreas, Ani es de las ciudades antiguas mejor conocidas”, destacó Doğanay.
“En invierno, la gente viene a Kars con el Expreso de Oriente. Su primera pregunta al llegar aquí es ‘¿Cómo puedo ir a Ani?’... Poco a poco Ani está logrando lo que se merece en Turquía. En verano también posee una belleza diferente: las 118 especies de plantas endémicas de Kars, crecen también en Ani y en sus alrededores. Las estructuras de Ani poseen diferentes características arquitectónicas con esta rica flora”, aseguró el responsable de turismo de la provincia.
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