Una de las estatuas de más de 2.000 años de antigüedad que decora el impresionante Monte Nemrut, la tumba en forma de montaña construida por orden del rey Antíoco en el siglo I a.C., ha podido ser salvada en una operación de dos días de duración después de que los terremotos, la nieve y los deshielos la inclinasen hasta el punto de que corría el riesgo de caerse.
Con la ayuda de un sistema de sujeción mediante cuerdas, la estatua que representa a Heracles pudo ser enderezada unos 30 centímetros y se colocó bajo la misma material de relleno para estabilizarla, según informaron a los medios esta semana los equipos que participaron en la complicada operación, procedentes de la Dirección de Museos de la provincia de Adıyaman y de la Agencia Regional de Restauración y Conservación de la vecina provincia de Gaziantep.
A modo de anécdota durante el operativo se halló enterrado bajo la estatua un collar y una ficha de cabina telefónica de los años 80; los responsables de la operación creen que la ficha pudo habérsele caído accidentalmente hace 40 años a uno de los arqueólogos que investigaban por aquel entonces el Monte Nemrut.
Situado a 2.134 metros de altura en la provincia de Adıyaman, en el sureste de Turquía, el Monte Nemrut -Nemrut Dağı, en turco- es un túmulo artificial construido como una tumba durante el antiguo Reino de Comagene. En 1987 fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Descubierto por casualidad en 1881, el túmulo funerario mide 50 metros de alto
Fue un general prusiano quien en 1881, recorriendo los montes Tauro en Anatolia, escuchó hablar a unos pastores de una enigmática montaña llena de estatuas de personas y animales; intrigado por la historia, ascendió por el lugar y se topó con un inmenso túmulo de más de 50 metros de alto, construido por la mano del hombre a basa de pequeñas piedras apiladas y junto al que había enormes estatuas.
Alguna de estas estatuas del Monte Nemrut en Turquía llega a alcanzar los 5 metros de altura; originalmente adheridas a los cuerpos, hoy día pueden observarse las cabezas -desprendidas por numerosos terremotos a lo largo de los siglos- correspondientes a dioses y seres humanos que fueron divinizados por el Rey Antíoco I: Heracles, Zeus, Fortuna, Apolo, Mitra, Helios, Hermes, Alejandro Magno, o el propio Antíoco.
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